Afganistán 1989, el Vietnam de la Unión Soviética
Con el retiro del ejército soviético de Afganistán, -país ubicado en pleno corazón del continente asiático-, comenzó un proceso que condujo al desmantelamiento de la Unión de repúblicas socialistas soviéticas.
Especial para La Nueva Mañana
UN 15 DE FEBRERO DE 1989, LAS TROPAS SOVIÉTICAS ABANDONABAN KABUL.
La intervención militar de EE.UU. en Vietnam comenzó de manera no oficial en 1960 (con meras asesorías teóricas) y fueron incrementándose con participaciones solapadas en el campo de batalla hasta oficializar su participación en 1964 durante la administración de Lyndon Johnson. La injerencia oficial norteamericana en Vietnam le hizo ganar repudios en los estrados internacionales a la vez que generó un desencanto en gran parte de la población mundial para con el país, para con el presidente y para con el modelo de intervención en asuntos políticos de otros países. Hasta ese momento puede decirse que existía un concepto ambivalente para con la política exterior de los EE.UU.
En la opinión pública occidental por un lado se le reconocía la importancia de su participación en la guerra contra la Alemania nazi de Hitler y, por otro, se la condenaba por la metodología utilizada para lograr vencer en la guerra contra el imperio japonés de Hirohito en 1945 ( ese año EE.UU. lanzó dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki asesinando a casi dos millones de ciudadanos civiles ) los EE.UU. decidieron tomar distancia por un tiempo del escenario bélico internacional y no declarar públicamente cualquier intervención armada directa en los conflictos internos de ningún país.
A raíz del temporal repliegue de los EE.UU., países africanos como Angola y Etiopia (con asistencia de Cuba y la URSS) dieron inicio a sus procesos emancipatorios.
Afganistán, los problemas religiosos del socialismo
En ese contexto internacional se produce en Afganistán, durante 1978, la revolución de Saur (o abril) mediante la cual se convirtió al país en una república socialista. La URSS fue acusada por los EE.UU. de instigar, propiciar y abastecer a la revolución (la revista norteamericana Time demostró en 1980 que los soviéticos no estaban al tanto de los sucesos en Afganistán). Al los pocos días del triunfo revolucionario la administración socialista firma un tratado de defensa mutuo con la URSS.
En diciembre del mismo año se produce la visita del presidente Taraki a Cuba. Llega a ese país desde Moscú donde se detuvo a firmar acuerdos con la URSS. En su ausencia un sector militar sedicioso alineado con EE.UU. promovió un golpe de estado el cual es derrocado por la fuerzas del gobierno socialista (Taraki se encontraba en Moscú, había viajado hasta allí desde La Habana). Una vez retomado el poder por la administración revolucionaria, el gobierno, a cargo del Consejo Revolucionario, solicitó formalmente colaboración militar soviética invocando un tratado de defensa mutua firmando entre Brézhnev y Taraki el 5 de diciembre de 1978. El kremlin accedió inmediatamente enviando 1.800 tanques, 80.000 soldados y 2.000 blindados.
Con el rechazo internacional de fondo, como EE.UU. en Vietnam
La revolución socialista había logrado el poder político y económico, pero no tenía el poder religioso y lo subestimó. Al contrastar la gran mayoría de las reformas propugnadas por la revolución con los cánones dogmáticos del fundamentalismo islámico de los muyahidines se produjo un enfrentamiento bélico de gran magnitud, toda vez que los EE.UU. si bien no intervenían oficialmente, de modo irregular abastecieron vastamente a la resistencia muyahidín con armamento de máxima sofisticación, dinero y medicinas.
Los campos de batalla estratégicos más importante fueron los centros productivos (básicamente extractivitas) y las rutas por las cuales se transportaban el abastecimiento proveniente desde la URSS. Durante diez años la resistencia muyahidín impidió cualquier progreso de las medidas que pretendía implantar la revolución, mientras, en la opinión pública mundial se fue implantando la idea que el accionar de la URSS en Afganistán era igual que la de los EE.UU. en Vietnam, esto conllevaba protestas y rechazos en todos los ámbitos institucionales de orden internacional, y aquel sector de la población mundial que condenó a EE.UU. por su intervención en Vietnam siguió el mismo patrón de condena para la potencia soviética, la cual contemplaba como su discurso de política alternativa al capitalismo en el orden moral (además del económico) hacía agua ante el consenso popular extramuros.
Así, por ejemplo, en 1980, en ocasión de celebrarse la olimpiadas en la ciudad de Moscú, EE.UU. y 60 países más decidieron no asistir a la misma argumentado el intervencionismo armado de URSS en Afganistán.
Similitudes y diferencias entre las causas y las consecuencias
Tanto en un caso como en otro se trató de dos países cuyos pueblos, al momento de producirse sus procesos revolucionarios, vivían en condiciones de mera supervivencia alimentaria, prácticamente sin salubridad, y con un alto porcentaje de población analfabeta o semi-alfabetizada. En ambos casos la potencias debieron combatir en un territorio geográficamente hostil en demasía contra tropas constituidas por combatientes con un grado de convencimiento y moral indestructibles.
Los costos más resonantes de la participación de los EE.UU. en la guerra de Vietnam entre 1968 y 1973 fueron el desprestigio internacional respecto a la ética marcial norteamericana (el uso del napalm, las torturas a los prisioneros, masacres en aldeas, etc., etc.) la pérdida de fe e imagen de su presidente (y el del partido demócrata al cual representaba) y, con el retiro de tropas en 1973, el desprestigio de sus fuerzas militares ( nunca habían sido derrotadas en una guerra) dicho desprestigio obligó a un repliegue temporal de cualquier participación militar directa en otros países. El entonces presidente de origen republicano Richard Nixon tuvo que cargar en sus espaldas las decenas de miles de soldados norteamericanos muertos en combate (finalmente sería derrocado mediante un proceso parlamentario en 1974).
Por su parte, la URSS también sufrió la humillación pública de sus fuerzas militares y las muchas de las repúblicas que la conformaban comenzaron a dudar del poder central en Moscú. Por lo cual varias de ellas, reclamando el cumplimiento de los tratados de independencia voluntaria que se firmaron durante la administración de Gorbachov, empezaron a ver con buenos ojos el tomar distancia del poder central del Kremlin, más temprano que tarde todas se apartaron y reclamaron su independencia a abandonando de inmediato el sistema económico socialista y adoptando de inmediato el sistema capitalista.
Por otro lado, el bloque comunista de Europa del este también se despegó de Moscú y del socialismo. Después del retiro de las tropas soviéticas de Afganistán en menos de tres años se desmoronó un polo económico-político-militar que se construyó durante cuarenta.
Venezuela, ¿una nueva intervención armada en marcha?
Ya en abril de 1961 EE.UU. intentó una invasión mediante tropas militares informales al Cuba, el episodio se conoce como la invasión de Bahía de cochinos; fue una gran fiasco para los EE.UU. y un gran espaldarazo militar y político para el gobierno revolucionario cubano. Un año después tuvo lugar la denominada Crisis de los misiles que involucro a los EE.UU. a la URSS y a Cuba y que puso al mundo al borde de un apocalipsis nuclear.
Más acá en el tiempo (llegando hasta el día de hoy) ha sido política de estado de los EE.UU., desde el arribo del cuatro veces presidente electo Hugo Chávez al poder en el palacio de Miraflores, el propiciar, alentar y fomentar todo tipo de boicot en contra del gobierno bolivariano de Venezuela.
En la actualidad los embates que propician una intervención armada extranjera en contra de la administración gubernamental democráticamente electa en el país caribeño son desembozados y flagrantes. El propio presidente Trump se ocupa de citar recurrentemente la idea de esta posibilidad, la posible intermediación papal por parte de Francisco es desatendida de modo tal que parece que hubiera más interés en una resolución armada incruenta que en una mediación pacífica.
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