Por un nuevo canon del cine argentino

Tres revistas de crítica realizaron una encuesta sobre las 100 mejores películas del cine argentino. La discusión por la creación de una Cinemateca que preserve el cine nacional.

Ed Impresa 18/11/2022 Iván Zgaib
Carlos Echeverría filmando 'Juan como si nada hubiera sucedido', la película más sorpresiva de la votación
Carlos Echeverría filmando “Juan como si nada hubiera sucedido”, la película más sorpresiva de la votación. Foto: gentileza.

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Especial para La Nueva Mañana

Pasaron veintidós años desde la última vez que se realizó una encuesta sobre las mejores películas nacionales. Las cosas entonces eran diferentes: el Nuevo Cine Argentino era tan nuevo que apenas se conocía. El año 2001 era sólo otro número a punto de imprimirse en los calendarios sin estrenar: no traía aparejado el color de la sangre, ni los gritos desgarrados en la calle ni los zumbidos de la Historia. Si hacíamos cola en algún kiosco, podíamos cruzar a los asesinos de la dictadura comprando caramelos de goma. Y si buscábamos películas, no había torrents escurridizos ni foros clandestinos donde encontrarlas. Hace veintidós años ni siquiera se había estrenado La ciénaga, de Lucrecia Martel, la película que hoy encabeza el podio de la nueva encuesta que acaban de realizar las revistas de cine Taipei, La vida útil y La tierra quema.

Los cien films que se tabulan en esta lista llevan las marcas de su tiempo. No sólo de los gustos en torno al cine, sino también de las propias dinámicas culturales a través de las cuales nos vinculamos con las películas. Se trata de una encuesta que está siendo difundida en un sitio web y que fue organizada de manera online por críticos pertenecientes a distintos puntos del país: desde Córdoba a Buenos Aires y La Plata. E incluso la misma escala del proyecto fue posibilitada por el alcance de la tecnología. La lista es el resultado de una votación realizada por 546 profesionales del cine y de la cultura (críticos, cineastas, actores, docentes, cineclubistas) que viven en distintas regiones de Argentina. Todos estos aspectos confeccionan un artefacto distinto a la encuesta hecha en el 2000, que fue votada entre 100 críticos principalmente de Ciudad de Buenos Aires, que se imprimió en una revista de papel del Museo del Cine y cuyo acceso se fue nublando con el correr de los años.

Después de todo, una de las pulsiones que motoriza a la nueva encuesta es la de facilitar el acceso: visibilizar ciertas películas, y la posibilidad de descubrirlas. “Lo novedoso de la página web es que se abra a un público inmensamente más grande que el público ya cautivo”, comenta Ramiro Sonzini, uno de los organizadores y editor de La vida útil, “y originalmente también lo pensamos como una herramienta que nosotros creíamos no estaba dentro del cine argentino: la idea de tener un canon, esa suerte de intersubjetividad colectiva que dé cuenta de qué pensamos, a medias, todos. Es el sentido común sobre la historia del cine argentino. Se trataba de generar esa lista y poder discutir sobre esto: qué significa, qué implica, por qué hay muchas películas nuevas y no tantas viejas, por qué están algunas y no otras”. 

Espectros y apariciones

La coronación de La ciénaga como la película más votada parte de un número apabullante: el 41% de los participantes la incluyó dentro de sus listas (mientras que todos los films de la directora se ubicaron dentro del Top 30). Se trata de un dato tan contundente como esperable: la tendencia a que se votaran películas más o menos recientes se conjuga con la explosión de Martel como una figura global (reconocida por la crítica, programada en festivales internacionales y canonizada como la primer directora argentina editada por Criterion, el sello que se ha encargado de restaurar películas en Bluray, eventualmente convertidas en una fuente de la piratería online). Pero La ciénaga también resguarda el recuerdo de un momento muy peculiar. Fue una señal del torrente de renovación que bañaba al cine argentino al filo del siglo XXI (su último período de renovación estructural) y que encontraba en Martel su expresión más singular. Con ella, el drama familiar ya no se erigía sobre grandes acciones ni conflictos explícitos, sino desde una tensión que se iba erigiendo de manera sigilosa: a través de los cortes ásperos del montaje, del espacio entre los cuerpos, de los sonidos fantasmales que no tenían correspondencia con la imagen, de la atmósfera decadente que no se enunciaba pero sí se sentía. 

La ciénaga experimentó con el cine, y lo hizo arrojando una mirada extrañada sobre la desazón argentina de la época. Este filo político quizás haya marcado la ventaja que Martel le sacó a Lisandro Alonso, otro director emblemático de su generación que también trabajó con la suspensión de los tiempos y la desdramatización, aunque sin anclarse en un retrato de alcance colectivo. Es un resultado que no deja de ser curioso: a pesar de tener un enorme peso en el cine contemporáneo y de haber dejado descendientes en Argentina (ejerciendo una influencia incluso más marcada que Martel), Alonso ocupa un lugar marginal en la encuesta (sólo 15 votos para La libertad y Los muertos, que apenas lograron colarse en el top 100). 

El resto de las diez películas más votadas incluye varios clásicos: Tiempo de revancha, de Adolfo Aristarain, en el tercer puesto, Crónica de un niño solo (1965) de Leonardo Favio en el quinto, Nueve reinas (2000) de Fabián Bielinsky en el décimo. La mayor sorpresa es la de Juan, como si nada hubiera sucedido (1987), el film monumental de Carlos Echeverría que sigue las huellas del único desaparecido en Bariloche durante la dictadura. Que la película ni siquiera figurara en la encuesta del 2000 y ahora haya adquirido un lugar semejante tiene varias explicaciones. El fortalecimiento de la militancia asociada a los Derechos Humanos juega como una condición contextual, tanto como la militancia cinéfila que llevaron adelante distintas personas para convertirla en un extraño objeto de culto (programadores como Fernando Peña y Juan José Gorasurreta, críticos como Roger Koza y cineastas como Albertina Carri y Nicolás Prividera: todos en algún momento la destacaron desde su lugar). Pero la película de Echeverría tiene además un mérito propio. Es un hito equivalente a Operación masacre de Rodolfo Walsh; un documental construido en clave detectivesca, que hurga en busca de testimonios e investiga sobre los crímenes de la dictadura cuando los responsables aún estaban sueltos. Asumiendo riesgos tanto políticos como estéticos, es una película que parece impensable en la actualidad.

Otra de las curiosidades en la encuesta es el lugar marginal que ocupan las películas anteriores a los años ‘60 (todas ubicadas por fuera del top 10). Pero lejos de ser sorprendente, es el síntoma de una realidad incómoda: la ausencia de una Cinemateca que se encargue de conservar y exhibir las películas argentinas. A pesar de que la creación de esta institución fue votada en 1999, ningún gobierno cumplió la ley y el resultado es que se vuelve cada vez más difícil acceder a los films en buenas condiciones. Como señala Sonzini, “hay películas que se están por perder, todos los días. Por eso lo más importante ahora es sumar fuerzas a lograr que se instituya una Cinemateca”.

La encuesta es, en ese punto, una trinchera: la primera ofensiva para revalorizar la historia del cine argentino. Tirar la piedra para llamar la atención. Y recordar que, sin políticas públicas, muchas de las películas que conforman esa lista pueden desaparecer. 

* Los resultados de la encuesta pueden verse en el sitio https://encuestadecineargentino.com 

  

 

La Nueva Mañana - Edición Impresa 285

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