Rescate en el cerro Negro: cuando el extraviado es el periodismo

Reflexiones sobre el caso del senderista lastimado en las sierras. Posverdades de una realidad construida, y un final cantado: restringir las actividades de montaña.

Opinión 27/01/2021 Adrián Camerano Adrián Camerano
Rescate a senderista by gentileza
El hombre fue rescatado este martes por la tarde. Foto: Federación de Bomberos Voluntarios de Córdoba.

La búsqueda de un senderista en los alrededores de los cerros Negro y Champaquí, en las Sierras Grandes, ocupa en estos días gran centimetraje -permítaseme la antigüedad- en los medios de prensa cordobeses y de alcance nacional. No es para menos: la suerte del visitante de 62 años oriundo de Caseros mantuvo en vilo a los rescatistas, la zona es compleja y su vida perfectamente pudo haber corrido peligro.

Como suele suceder en estos casos, la respuesta generalizada osciló entre señalar la impericia de los expedicionarios –que a esta hora deben estar más que arrepentidos de los errores cometidos, de novatos- y el clamor para que paguen el costo del operativo de rescate, que demandó recursos técnicos pero sobre todo ingentes esfuerzos humanos.

No se puede no acordar con ambos puntos, básicamente porque lo marcan la experiencia acumulada de décadas de montañismo argentino, el mero sentido común y hasta la normativa vigente con relación a que el Estado provincial puede reclamar, si se demuestra dolo, los gastos derivados de un operativo que, si no hubiera mediado imprudencia, simplemente no hubiera existido.

Ahora bien: muy distinto es cuando se fuerzan los hechos y se construye una narrativa basada en falacias y medias verdades, tendientes a un final cantado: la restricción de una actividad, en este caso de montaña.

Un repaso, este miércoles, por algunos portales locales permite encontrar algunas pistas al respecto. Cadena 3, por caso, en varios artículos dedicados al tema plantea, ya desde los títulos, una serie de cuestiones que leídas en conjunto sólo permiten arribar a una única conclusión: para hacer actividades de senderismo en las Sierras Grandes y garantizar la “seguridad”, se impone la contratación de un guía titulado. Tema en definitiva a debatir, pero en el marco de una discusión donde la información sea certera, se descarten otras intenciones y –sobre todo- se tenga en cuenta la rica experiencia montañera.

Los artículos en cuestión hablan por sí mismos, la secuencia es más que ilustrativa. Postea el medio que “Encontraron al hombre que se había perdido en el Champaquí”; o “Champaquí: el turista rescatado caminó casi dos días sin rumbo”. Un análisis del caso, trascurridas casi 24 horas del hallazgo del infortunado caminante, permite entrever allí lo que desde la buena fe debe entenderse como una serie de errores: el bonaerense que fue buscado del domingo al martes en las Sierras Grandes no se perdió, sino que acusó una dolencia en una rodilla, que le impidió seguir la marcha. Y más tarde, cuando se encontró solo en la inmensidad de las alturas más significativas de nuestra Córdoba, optó por abandonar la carpa y sus pertenencias –craso error- y bajó a Traslasierra por el sendero correcto; de hecho, estaba ya cerca de viviendas de la zona. Perdido no estuvo; en riesgo, si.

El grupo de visitantes, conformado por cuatro integrantes, hizo casi todo mal. No es el fin de esta nota repasar los errores cometidos, pero como muestra, cabe señalar que testimonios de otros expedicionarios que los vieron el fin de semana, antes de que se encendieran las alarmas, dan cuenta de que el hombre a la postre buscado no tenía calzado adecuado, acusaba ya la dolencia en una rodilla y hasta manifestó que “por lo menos uno se va a morir haciendo lo que le gusta”. Suficiente por demás, como muchos de los que fatigan nuestras sierras, por suerte ese destino no se cumplió.

Ahora bien, el asunto ya toma otro tenor y el círculo se cierra cuando, en otras dos notas sobre el tema, se informa “Cuánto cuesta la hora de vuelo de un helicóptero de rescate” (cuando ese elemento no fue protagonista de la búsqueda, se utilizó solo el lunes y por escaso tiempo) y –la guinda del postre- “Recomiendan realizar trekkings con guías en las sierras”.

Ejemplos similares abundan en radio, diarios y la televisión. La postura, a discutirse, es a la vez de manual bajo los efectos de un caso que se olvidará mañana mismo, como se olvidaron los rescates de años anteriores.

Hace falta un debate en serio, que además tenga en cuenta por ejemplo lo que ocurrió el año pasado en Mendoza, meca del montañismo, cuando la obligatoriedad de contratar guías titulados fue unánimemente rechazada… hasta por los propios “beneficiados”. Que además estaban sin trabajo debido a la cuarentena obligatoria.

Más que con más leyes, multas y obligaciones varias, conviene soñar y exigir al Estado acciones de capacitación, concientización, educación ambiental y minimización de riesgo, que apuntalen a los montañistas, fortalezcan a los clubes y que nos permitan, a cada vez más y mejores personas, disfrutar de un bien común: las sierras cordobesas.

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