Alunizaje: a 50 años de un destino que parecía imposible

El 20 de julio de 1969 el hombre llegó a la Luna. Ese día en Córdoba, un radioaficionado vivió su propia odisea y un niño fue captado por la efervescencia del momento.

Ed Impresa 19/07/2019 Miriam Campos Miriam Campos
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La llegada del hombre a la Luna fue toda una verdadera hazaña, es importante tener en cuenta que la evolución tecnológica del momento, era muy precaria. (Fotos: NASA)

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DESEMBARCO EN LA LUNA:

Sergio Díaz no tiene celular, no usa computadora y lee el diario en papel, “solo tengo la tarjeta del banco para poder cobrar la jubilación”, dice. Sergio tiene 80 años, es radioaficionado y en 1969, cuando tenía 31, era un hombre bastante “tecnologizado”. Desde Córdoba, el 20 de julio de ese año, sorteando las limitaciones con ingenio, logró grabar por radiofrecuencia, la transmisión en directo desde Washington, Estados Unidos -donde estaba la central de la cadena que transmitía a Latinoamérica- cuando la tripulación a bordo de la nave Apolo XI, descendió en la Luna. Ese pequeño paso del astronauta Neil Armstrong, fue inmortalizado en lo que conocemos como “el gran salto de la humanidad”.

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(Fotos: NASA)

“Yo lo hice por curiosidad pero todo ese proceso fue complejo y quizás es difícil entenderlo ahora porque era un mundo analógico, la grabación se hizo desde aire y en estos casos, los registros en ondas cortas sufren perturbaciones, hay ruido, cosa que hoy no ocurriría porque la señal la recibiríamos desde un satélite, que evita todo eso. En ese momento, escuchar esa transmisión era una odisea. Para nosotros, fue una hazaña”, cuenta Sergio, que en ese entonces trabajaba como personal técnico en la empresa Phillips, y, pese a la precariedad de las posibilidades, tenía el conocimiento y los medios técnicos para registrar el alunizaje. Para ello, utilizó cintas abiertas de tres pulgadas de diámetro, grabadas en dos velocidades distintas.

Medio siglo después, para rememorar el relato de la hazaña, Sergio pidió prestado un artefacto similar al que usaba para poder reproducirlo en su casa de barrio General Paz, porque “ya no se fabrican más”. La intención es que esas cintas puedan también oírse durante este sábado en Plaza Cielo Tierra, donde se organizó un festejo por los 50 años de la llegada del hombre a la Luna. “Esas cintas son un recorte del pasado, en cinco décadas hubo un cambio tan grande, que modificó incluso la capacidad de asombrarse”, explica el radioaficionado y confiesa que cada tanto renueva la licencia y su “identidad en el aire” sigue siendo LU1HEH.

Las marcas del alunizaje

En Las Varillas, donde vivía, había solo una familia en todo el barrio que tenía un televisor a válvula, en blanco y negro y estábamos todos pendientes de las noticias que llegaban sobre el alunizaje. Yo tenía solo nueve años y con mis amigos, jugábamos a tirarnos en paracaídas replicando la llegada del hombre a la Luna”, cuenta Carlos Colazo, sobre ese invierno de 1969. Recuerda también, los pequeños juguetes de módulos lunares, que repartieron a los niños, las autoridades del pueblo.

“Todos los que vivimos en esa década del 60, aún niños, lo sentimos con tanta efervescencia, que ese hito nos marcó a muchos a pesar del paso del tiempo”, dice Carlos y agrega: “Este hecho fue determinante para mí, para mi carrera profesional, pero no fue el único evento, sino que hubo una seguidilla de cosas”.

Alunizaje © NASA00010El alunizaje del ‘69, y pocos años después, cuando evoluciona la televisión, la llegada de la serie televisiva a cargo de un astrónomo norteamericano, Carl Sagan, fueron eventos que Carlos los sintió como una marca. “Esas motivaciones me llevaron a mí a hacer el profesorado de Matemática, Física y Cosmografía. Me dediqué toda mi vida a esto y me traspasó de manera definitiva. A mucha gente de mi época nos marcó”, explica el docente que forma parte del museo escolar de la Escuela Normal Superior, Agustín Garzón Agulla.

“La llegada del hombre a la Luna, fue toda una verdadera hazaña, es importante tener en cuenta que la evolución tecnológica del momento, era muy precaria, y cuando uno la ve 50 años después en perspectiva, sobre lo que se hizo, uno no puede entender cómo es que se animaron a una empresa de ese tipo. La tecnología que tenían era tremendamente inferior a lo que tenemos hoy almacenada en un simple celular”, ilustra Colazo y agrega: “Hoy en día parece mentira, tener que contar a los jóvenes, sobre todo yo que soy docente cómo era la comunicación hace cinco décadas atrás, resulta increíble contrastar esas realidades diferentes en relativamente poco tiempo. Uno ve qué rápido, qué vertiginoso, es la evolución tecnológica”.

La Luna, territorio de disputa

Cerca de las 23.30, el 20 de julio, en ese trazo entre la oscuridad y la luz que se aprecia con una luna menguante, se podrá observar el Mar de la Tranquilidad, esa porción del satélite natural donde se posó el módulo lunar “Eagle” y Armstrong y Buzz Aldrin caminaron solo con un sexto de la gravedad que conocían y sin sonido, a 384,400 kilómetros de la Tierra. El tercer astronauta de la aventura fue Michael Collins, quien se quedó orbitando alrededor de la Luna, en la nave nodriza llamada “Columbia”.

La misión, que se envió al espacio el 16 de julio de 1969, llegó a la Luna cuatro días después. Antes de llegar a la superficie lunar, hubo un imprevisto con la velocidad que no era la estipulada e hizo que la nave se pasara del lugar en el que estaba previsto el aterrizaje. De ese modo, Armstrong decidió dirigir manualmente el módulo lunar hacia un lugar más propicio y con menos de 40 segundos de combustible, logró alunizar en una parte llana del Mar de la Tranquilidad. “Houston, aquí base Tranquilidad, el Eagle ha alunizado”, se escuchó.

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Para entender el porqué de la odisea, es importante contextualizar el evento durante la competencia espacial por el poderío político y científico que se disputaban Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

“Elegimos ir a la Luna, en esta década no porque sea fácil, sino porque es difícil”, dijo el 12 de septiembre de 1962, John F. Kennedy, el entonces presidente de Estados Unidos, durante un discurso en la Universidad Rice. 

De alguna manera, esos dichos  fueron la oficialización de redoblar la apuesta poniendo a un hombre en la Luna antes de terminar la década. La URSS llevaba ventaja, ya había logrado en 1957, poner en órbita el satélite artificial Sputnik l, que significó el punto de inflexión para Estados Unidos. Casi un año después se creó la Nasa y se puso en marcha el programa satelital Proyecto Mercury. Se selló así la disputa espacial.

“El trayecto fue bastante largo, y obviamente, no puede haber un proceso sin que se cometan errores, y uno de ellos, por ejemplo, cometido con el Apolo I en 1967 es el más notable, porque causó la pérdida de la vida de tres tripulantes”, cuenta a este medio el astrónomo Ariel Zandivares, investigador del Conicet en el Observatorio Astronómico de Córdoba y agrega: “Está en nuestra naturaleza movernos, así como la distribución del homo sapiens alrededor del planeta. Hace 200 mil años, solo estaban en África y en 150 mil años, ya estaban en todo el mundo”. Moverse es inherente al ser humano, incluso si eso significa llegar a la Luna. 

“Hubo muchos experimentos que se llevaron y se plantaron en la Luna por los mismos astrónomos. A lo largo de las expediciones pusieron sismógrafos, espejos parabólicos  para poder desde la Tierra, medir con rayos lásers, nuestra distancia a la Luna. Con ello, se logró la demostración de que la Luna se está alejando unos tres centímetros aproximadamente por cada año”, cuenta Zandivares. Y algo no menor, con la misión Apolo XV, se logró determinar, mediante estudios geológicos, donde los astronautas fueron capacitados para identificar las piedras, el proceso de formación de la Luna.

El satélite, se formó hace 4.000 millones de años, cuando un objeto del tamaño de Marte, chocó con la Tierra, y los restos que quedaron dando vueltas alrededor de nuestro planeta, son los que pasaron a formar la Luna.

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¿Qué pasaría si no tuviéramos Luna?

"Sería bastante desastroso, si no tuviéramos la Luna. No habría estaciones a lo largo del año, por ejemplo", dice el astrónomo y detalla: "Probablemente, el proceso de choque que desencadenó la formación del satélite, estabilizó un poco la rotación de la Tierra, y así, nosotros tenemos las estaciones. Esa inclinación terrestre, hace que en algunos momentos, los rayos de sol, nos den, o incidan en la Tierra más de costado. Cuando son más de refilón, estamos cerca en las temporadas de invierno y cuando nos dan más desde arriba, estamos en temporada de verano". Y eso es estable, y ha sido estable durante muchísimo tiempo.

Para tomar perspectiva, se puede pensar en lo que sucede en otros planetas que no tienen algo que los "anclen a una estabilidad", y por lo tanto las estaciones son casi inexistentes. Eso hace que la vida para que se desarrolle sea mucho más difícil.

"Podemos imaginar qué pasaría si nosotros tuviéramos inviernos larguísimos o veranos muy cortos, y luego un invierno corto y un verano largo, y la primavera casi no existiera, no le daría tiempo a las plantas para que crezcan, sería bastante complicado vivir en un lugar así", grafica el investigador sin dejar de lado, la incidencia de la Luna en el tema de las mareas, que altas y bajas, ocurren porque existe el satélite natural. Si no existiera la luna tendríamos todo un efecto distinto, en lo que es la vida marítima. Estos son algunos ejemplos para comprender el entorno, la conjunción de eventos y procesos que hicieron que la vida sea tal como la conocemos pero "son varias cosas atadas a la Luna, que nos hacen suertudos de alguna manera", cierra Zandivares.

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