“Había gente que me decía que era hincha de Laciar, como si fuera un club”

Falucho, tres veces campeón del mundo en las categorías Mosca y Súper Mosca, hizo un repaso de su carrera pero sobre todo de su legado en el boxeo y los aprendizajes después del retiro.

Deportes 10/09/2018Federico JelicFederico Jelic
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Mientras repasa con su mirada sus “donaciones” a préstamo en el museo provincial del deporte cordobés, a Santos Benigno Falucho Laciar lo invade una melancolía que le hace brillar los ojos. Cinturones de campeones, premios Olimpia de oro, guantes reales y de oro también más fotos de la época ilustran ese cristal dedicado al boxeo y que seguro será faro para los amantes del pugilismo y de los fanáticos del deporte en general. Una foto con Peter Mathebula, que lo abrazo de la cintura después de caer al cuadrilátero, en la Sudáfrica del Apartheid vergonzoso, es la frutilla del postre.

Sin embargo, Falucho camina con su estatura de 1.55 metros que lo hizo gigante sin aires de grandeza ni con necesidad de exhibir sus trofeos. Todos les piden fotos y algún que otro comentario, pero no despega su mirada del acrílico. ”Fuí el único deportista en ganar tres Olimpias de oro consecutivos. El cinturón ese es por haber logrado 10 defensas del título de la Asociación Mundial de Boxeo, que lleva el nombre de Pascual Pérez. Después lo hizo Acavallo. El guante este es después de la pelea que le gané al mexicano Gilberto Román en Francia y este otro, que es de oro, me lo traje de Sicilia, cuando vencí por puntos en la revancha a Juanito Herrera. Son mi orgullo pero lo mejor que me queda es el reconocimiento de la gente”, comenta con buen humor Falucho.

- En tus tiempos de gloria, seguro se te fue acercando gente de todos los sectores, y también con muchos intereses…
- Es cierto, pero bueno, yo era campeón del mundo y la gente te quiero saludar, te invita, te pide fotos y nosotros un poco necesitamos de espero sin perder los pies de la tierra. Es algo normal. Hubo gente que me decía que era hincha de Laciar, como si fuera un club de fútbol. Eso es insólito.

- ¿Qué era hincha de Laciar?
- Sí, me veían y me decían que eran de Laciar y de Talleres, de Laciar y de Belgrano y los que conocemos el paño, sabemos que eso es muy fuerte que te comparen con un equipo. En el boxeo se da a veces eso de que la gente sigue a un boxeador como a un club pero no a uno, sino que elige a dos o tres, depende la categoría. Pero tenía tipos que me seguían siempre en cada pelea, como si fuera lavandera de su equipo. Eso es muy emocionante pero yo no me la creía del todo. Siempre trabajé con humildad.

En Soweto morían casi 90 personas por fin de semana, en su mayoría de raza negra. A mí no me pasó nada a pesar de haberle ganado al ídolo de ellos. Yo no estaba al tanto de lo que pasaba e Sudáfrica pero ahí vi la miseria por eso creo que a (Nelson) Mandela hay que hacerle monumentos en todos lados del mundo, por su obra y legado”.

- ¿Por qué será que muchos boxeadores después de la gloria, la vida les mostró la peor indiferencia, y terminaron en adicciones o la indigencia? Gustavo Ballas, el Tata Baldomir, Gatica, Carlos Monzón, por ejemplo…
- No tiene que ver con el deporte me parece, es un tema de educación, de tener madurez y los pies en la tierra. A veces algunos creen que esto del boxeo y la gloria te va a durar toda la  vida y no, es apenas una etapa en la juventud. Algunos cometieron errores, es cierto, pero no tendría que verse como que es algo propio del boxeo. Lo importante es el entorno y la familia. A veces uno cae en tentaciones y se puede equivocar porque es un momento que tu nombre está en lo alto y te creés más de lo que sos. Cada uno lo vivió a su manera. Es cuestión de entender que en las buenas está todo el mundo y en las malas, solo tus seres queridos. Y no es fácil.

- En tu caso particular, ¿Cómo fuiste manejando esas tentaciones?
- Tentaciones hay siempre, de gente cercana, la política, la noche, los bares, eso fue siempre así y no va a cambiar. Hay amistades interesadas y todo eso. Yo siempre me refugié en Giordano, quien me manejaba. Porque cuando algo me era claro y lo venía turbio, optaba por alejarme y que él defina. No estaba cómodo con todas las propuestas. Tampoco me hago el sabio porque nadie está exento de cometer algún error. En ese sentido, yo siempre mantuve los pies sobre la tierra.

- ¿Te gusta el boxeo actual?
- Sí, sigo estando cerca, con el gimnasio del Kempes y el del Polideportivo General Paz, con algunos chicos que tienen futuro, esperando  inculcarles lo que aprendí. Voy a todos los festivales. A nivel mundial creo que ahora es más sencillo trascender, hay muchos campeonatos, se pelean en menos rounds, menos minutos, en nuestra época llegar era muy desgastante. Lo nuestro era muy sacrificado.

- ¿Te reconocen los alumnos?
- Algunos sí, otros no, pero cuando escuchan mi apodo y apellido, después buscan en internet y me dicen “Así que usted fue campeón en la famosa pelea en Soweto en Sudáfrica” y esas cosas (risas). Igual no me gusta dictar clases con la chapa de uno. Yo en la vida me gané respeto en el ring y también como persona con educación.


“A nivel mundial creo que ahora es más sencillo trascender, hay muchos campeonatos, se pelean en menos rounds, menos minutos, en nuestra época llegar era muy desgastante

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