Lis Funes tenía 42 años, era abogada, le gustaba viajar, trabajaba como profesora de música, tocaba la guitarra, cantaba. Había terminado una relación de pareja e intentaba rehacer su vida. Vivía en un barrio cerrado, en La Calera, provincia de Córdoba.

Sin embargo, la madrugada del 27 de abril de 2016 ni el cerco del country La Estanzuela, ni las tres órdenes de restricción que pesaba sobre su ex, así como las cinco denuncias penales por violencia de género que Lis había hecho, pudieron impedir que Elías Iván Lesta entrara en su dormitorio y la acuchillara mientras dormía junto a su nueva pareja. Lesta apuñaló a Lis y a Damián Lazo, que a diferencia de Lis, sobrevivió al ataque.

Con jurados populares y un tribunal técnico integrado por Víctor María Vélez (presidente), Carlos Cesano y Eugenio Pérez Moreno, y con Lesta como único imputado, dos años después del crimen que acabó con la vida de Lis, comenzó el juicio. Este jueves, el proceso judicial llegará a su fin y Lesta, de 37 años, podría ser condenado a prisión perpetua, la pena prevista para la figura de femicidio. El fiscal de Cámara, Sergio Ruiz Moreno, pidió la pena máxima de prisión perpetua. El acusado es defendido por los penalistas Iván Sironi y Lucas de Olmos.

Carlos Nayi, abogado querellante, habló con LA NUEVA MAÑANA. "Se debate la cuestión entre un accidente como plantea la defensa de Lesta y un femicidio de manual como plantea la querella y también la fiscalía. Estamos ante la más alta expresión de la violencia de género en el escenario donde encuentra la muerte Lis", dijo el abogado que representa a la familia de la víctima.

Además, Nayi destacó la personalidad de Lis, "su carácter extrovertido, su deseo de vivir y de salir de este círculo tóxico, donde había un hombre en posición dominante que quería convertirla en un ser sumiso y sin embargo ella pudo llegar a la Justicia para intentar defenderse".

En siete meses, que van desde el 11 de septiembre del 2015 hasta el 29 de marzo de 2016, Lis efectuó cinco denuncias penales y pidió tres órdenes de restricción contra su femicida.

"Esto habla de un hombre que la acechaba, la intimidaba, la acosaba y no cumplía con la orden impartida por el poder judicial. La intención de Lesta fue clara. Matar. No asustar, ni intimidar. Buscó terminar con la vida de quien no podía seguir controlando. Esto fue una acción deliberada. Sabía lo que hacía, con quien lo hacía. Las pruebas son suficientes para condenarlo por femicidio. Habrá que ver que resuelve la Justicia y los jurados populares", concluyó Nayi.