Ed Impresa Facundo Piai 05/03/2023

“El negocio inmobiliario fue copando lo que eran tierras para producir”

LNM dialogó con el presidente de la Asociación de Productores Hortícolas de Córdoba, Gustavo Truccia, que enunció las variables del alza en el precio de frutas y hortalizas.

A la escasez de tierra se suma la falta del acceso al agua y las pérdidas signigicativas por eventos climáticos. - Foto: gentileza.

  

Especial para La Nueva Mañana

INFLACIÓN DE AGROALIMENTOS EN CÓRDOBA 

El Gobierno se aleja del objetivo de que abril comience con 4 puntos de inflación. Con el repunte de enero y las subas de febrero a la par, según acusan los principales comercios, los incrementos se habrían estabilizado en torno a 6% mensual. Para lograr lo que el ministro de Economía se propuso, en marzo debería haber una baja sustancial de los precios, algo poco probable que ocurra de acuerdo a las consultoras más escuchadas por el mercado. Máxime cuando los alimentos frescos, de gran peso en las subas promedio, no muestran signo de desinflación.

En los últimos seis meses los precios de los estacionales (aquellos muy influenciados por la época del año) superan ampliamente a las subas de los precios regulados, de la mano de escaladas importantes en las frutas y verduras. Sólo en el último año, la manzana escaló 160%, 340% la cebolla, 113 por ciento el tomate, la papa anotó 296% de suba y la lechuga 410% en el 2022 de acuerdo a cifras oficiales. Si bien no son los alimentos que mayor peso tienen en la ponderación de Indec, los aumentos de tres cifras le vienen encendiendo mecha a la inflación.

“En verano la productividad cae hasta cuatro veces”

De acuerdo a un informe privado, las verdulerías suelen aplicar un aumento de entre 40% y 50% a la mercadería que compran al productor. Mientras que en las grandes superficies que compran en grandes volúmenes las remarcaciones son mayores, distorsionando los precios de esta cadena. Desde dentro del sector hortícola sostienen que las subas responden a contracciones de la oferta ocasionadas no solo por los calores y la falta de lluvias. Además, tanto la cantidad de productores como las tierras periurbanas destinadas a la producción de agroalimentos se han ido reduciendo en los últimos años. 

El presidente de la Asociación de Productores Hortícolas de Córdoba, Gustavo Truccia, dijo a La Nueva Mañana que la “falta de rentabilidad” desalienta al sector por lo que “el negocio inmobiliario fue copando lo que antes eran tierras para producir alimentos” en la periferia de la ciudad. Además, al proveerse del agua de la napa freática, algunos se desplazan hacia donde el recurso esté disponible con perforaciones de baja profundidad, “cuando en zona norte quizás tengas que perforar 180 metros para dar con la napa”. 

Además, los canales de riego que traen agua desde el dique San Roque, una de las pocas obras de infraestructura que irriga las parcelas del cinturón verde, están “inutilizadas durante gran parte del año”. Estos canales se contaminan al cruzar la ciudad, sostiene Gustavo Truccia, “en donde se usa como desagüe”. Esto, sumado a que no todos acceden a la red de agua y otros servicios básicos, hacen a la baja rentabilidad. Consecuentemente, el acceso a modos de producción más eficientes queda vedado para los productores. 

Si bien existen líneas de créditos de bancos estatales con tasa subsidiada, se trata de montos muy menores que apenas sirven para acondicionar maquinaria. El dirigente de los horticultores aclaró que cubrir una hectárea con malla antigranizo cuesta más de $3 millones. El costo de un invernadero chico es aún mayor, por lo que prácticamente ningún horticultor está en condiciones de enfrentar esos gastos para invertir en eficiencia productiva. Por tanto, quedan a merced de las inclemencias climáticas. Así, en el periodo estival “las plantas sufren estrés por los calores y falta de agua” bajando su rendimiento hasta cuatro veces menos por lote. 

Sólo en el último año, el precio de la manzana escaló 160%, 340% la cebolla, 113% el tomate, la papa anotó 296% de suba y la lechuga 410%.

El 35% de los horticultores cordobeses no tiene acceso a agua de red

En efecto, la falta de inversión en los establecimientos frutihortícolas también condiciona al stock de oferta repercutiendo en los precios. Las condiciones en las que se producen estos alimentos en el cinturón verde cordobés no son las mejores, de acuerdo a una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) realizada en 2019. Siendo una de las características la dificultad que tienen las explotaciones que están en los bordes del área metropolitana de Córdoba para acceder a los servicios básicos. 

El agua de red le es esquiva al 35% de los establecimientos, mientras que el 30% no puede acceder a la electricidad, señala el informe del organismo de investigación. Asimismo, el acceso al servicio de gas natural por red es casi inexistente, por lo que cerca del 80% de los encuestados en el relevamiento recurre a la garrafa. Al ser el gas envasado más costoso que el de red, cualquier intento por acondicionar los invernaderos con calefacción para evitar las heladas, tiene un costo adicional por la falta de infraestructura. 

El 90% de los productores tiene pérdidas por factores climáticos

Del relevamiento de 312 unidades productivas, los técnicos del INTA advirtieron mayor mecanización en la cosecha de la papa y zanahoria. Sin embargo, otra realidad tienen las quintas productoras de verduras de hoja, frutos y otros vegetales (el 86% de la muestra), en donde las “inversiones en mecanización y maquinaria motora” escasean. De hecho, en los últimos cinco años, el 90% de los productores consultados tuvieron “pérdidas económicas significativas por eventos climáticos”. El granizo, la helada y la sequía son los principales enemigos de los horticultores del área periurbana de la ciudad.

Lejos de ser una particularidad de estas tierras, la mayoría de los establecimientos del país no logra domar ninguna variable climática. Por caso, en la región cuyana que explica el 80% de los tomates producidos en el país cerca del 80% de los cultivos se hacen a campo, sólo el 22% declaró implementar algún tipo de protección para contrarrestar las inclemencias climáticas. En efecto, la productividad promedio anual del tomate argentino es de 67 toneladas por hectárea, según información oficial del Ministerio de Economía de Mendoza.

En la vereda de enfrente se encuentran los cultivos de tomate españoles que a falta de territorio vasto han optimizado recursos para transformarse en el tercer exportador a nivel mundial. En el sur de España se sitúan las principales unidades de producción desde donde lograron una eficiencia de 120 toneladas por hectárea. Cifras que alcanzaron de la mano de invernaderos que explican el 60% de los tomates cultivados, ya que solo el 25% de los tomates se hacen al aire libre. El 15% restante son cultivos bajo algún tipo de protección.

El paradigma holandés de la producción agroalimentaria

No obstante, si de eficiencia se trata quienes están a la cabeza son las producciones hortícolas holandesas, que han logrado ganar mercados desde un territorio cuatro veces más pequeño que el de la provincia de Córdoba. Incorporando tecnología en la elaboración de productos agroalimentarios hicieron de este sector uno de los motores de su economía superando la adversidad de su clima, más bajo que el de otros países europeos, y con menos horas de luz. Horticultura en invernaderos de alta tecnología fue la clave del alto rendimiento de su agricultura. Mediante el uso de luz artificial, calefacción y bajo el método hidropónico lograron una productividad de más de 700 toneladas por hectárea.

Incorporación de ciencia y técnica, planificación estatal e inversión en invernaderos son los pilares de la experiencia holandesa. La Argentina tiene un largo camino por recorrer en la producción agroalimetnaria en donde la carne, cereales, oleaginosas y sus derivados adquirieron competitividad externa (en muchos casos con escasa inversión), pero los alimentos frescos aún están en el debe. 

  

 


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