A pura pasión, barrio Jardín se mudó a Río de Janeiro. Desde las playas de Copacabana, los bares de Ipanema hasta las tribunas del Maracaná. Talleres dijo presente en la Copa Libertadores en el mítico escenario sudamericano para el duelo con Flamengo y sus hinchas deliraron con las ilusiones del equipo, disfrutando un momento inolvidable por encima de lo deportivo, pero con un valor simbólico inigualable.

Desde temprano continuaron los banderazos, los asados en la playa, las fotos en la escultura de arena con el escudo de Talleres, los cantos con botella de plástico cortada a la mitad en mano con un fernet espumoso y la posibilidad de soñar despierto. Antes del inicio del juego, se realizó un colorido recibimiento en la puerta 2 del Maracaná, recibiendo al colectivo del plantel con banderas y humos de colores.

Historias hay miles: del loco hincha que se fue desde Ushuaia en auto a Río de Janeiro en 6 días, el titular de una filial que sorteó un viaje financiado con venta de empanadas, los regalos sorpresas y los osados que incluso sin entradas se aventuraron a llegar al Maracaná.

Y todos consiguieron, para que nadie se quede afuera desde la organización y de Flamengo habilitaron más entradas y con mejores posibilidades de compra. Y todo indica que serán más de los 2 mil lugares asignados en la cabecera Sur, como para dejar seña de que por este estadio pasó la barra de Talleres.