La combinación impensada y deseada por el hincha de Boca Juniors se concretó con el empate de River ante Atlético Tucumán y merced del triunfo haciendo los deberes, el "Xeneize" se consagró campeón de la Superliga otra vez.

Esta vez con el agrego de que le aguó el festejo a su acérrimo rival y sobre todo impidiendo que este ciclo de Marcelo Gallardo sigue sin completar el álbum de figuritas en un proceso exitoso. 

Y eso que el partido no le fue favorable desde el juego, con Un Gimnasia que no se regaló en nada y que con el agregado de tener a Maradona enfrente sumaba muchos condimentos emocionales.

Sin embargo desde Tucumán llegaban buenas noticias con el gol de Toledo de cabeza que endulzó todas las gargantas en La Bombonera. El empate parcial de Suárez trajo mesura y algo de presión también al equipo de Miguel Russo que todavía no hacía los deberes que correspondían.

Hasta que en el complemento llegó el gol de Carlos Tévez y llegó la tranquilidad. Hubo complicidad de Jorge Broun, que no terminó de controlar la pelota clave. Y la presión se trasladó a Tucumán. Porque al no depende de sí mismo ya no había reproches y por ende era cuestión de esperar.

La igualdad final de River fue un estruendo, un desahogo, que le sirve de impulso a la nueva dirigencia, la presidencia de Jorge Ameal y a Juan Román Riquelme.