A pesar de la condena, el liderazgo de Lula jaquea a la derecha brasileña

Figura mítica de la política latinoamericana, el tornero que llegó a presidente de Brasil sufre el embate de una estrategia que pretende someter la soberanía popular al discrecional actuar de la Justicia.

Córdoba 29/01/2018 Sofía Jalil
lula01

chapa_ed_impresa_01

Por: Sofía Jalil

Allá por los tempranos ’70, Chico Buarque escribió “A pesar de você”. En una parte de aquella canción el artista dice dirigiéndose a la autoridad del momento: “cómo le va prohibir a ese gallo insistir en cantar”. Hoy Brasil está convulsionado, empantanado en una lucha por el poder en la que parece que vale todo. Y hay un gallo que sigue cantando, aunque quieran enjaularlo.

Se llama Luiz Inácio Lula da Silva.El hijo de una pobre mujer del nordeste brasileño que a los 12 años veía la ciudad de San Pablo desde abajo, limpiando zapatos. El pibe que dejó los libros y comenzó a trabajar doce horas por día como tornero hastaconvertirse en líder sindical. El dirigente y fundador del Partido de los Trabajadores (PT). Ese hombre fornido que osó pelear por la presidencia del colosal Brasil. Ese que nunca iba a llegar. Pero llegó y gobernó durante siete años sacando a millones de la pobreza – Brasil fue eliminada del Mapa del Hambre de Naciones Unidas- y convirtió al país en la décima potencia mundial.

Ese no. Ese molesta. Ese es corrupto y ladrón. Así lo presentan gran parte de los medios y la Justicia con la férrea convicción de empujarlo al abismo de la Democracia. “Hay una situación muy compleja en Brasil y en toda América Latina”, afirma el actual secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Pablo Gentili, dialogando con La Nueva Mañana.

Gentili
Pablo Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO),

“Estos procesos, que se justifican como búsqueda de la transparencia y reducción de la corrupción, tienden a generar la sospecha sobre toda la clase política y sobre la política en general. Más allá del juicio a Lula o la ratificación de su condena, ¿qué hay por detrás de todos estos procesos judiciales y denuncias periodísticas? La idea es que quienes están en el campo de la política, están por un interés económico: para robarse todo. Nadie cree que los políticos puedan luchar para mejorar la vida a la gente. También pasa con los sindicalistas y dirigentes sociales. La contrapartida de esto son “los salvadores”, los que no son y nunca estuvieron contaminados. En general son los ricos porque, como son ricos, no tienen que robar lo cual es una gran mentira. Son los primeros que roban”, sostiene Gentili.

Desconociendo la soberanía popular

En los países del sur americano y en el cambalache del siglo XX, la derecha reaccionaria pisoteó y asesinó a la joven Democracia sucesivas veces. Ahora, los golpes llegan vía judicial. “El juicio a Lula es un ataque a la idea de soberanía popular. Detrás de esto hay un golpe que destituyó a Dilma Rousseff”, explica Gentili sobre la primera mujer, y de izquierda, en ocupar el sillón del Planalto, que fue separada de su cargo en 2016 y reemplazada por su vice, el impopular Michel Temer.
“Lo que no consiguieron sacar es la popularidad que tienen Dilma y Lula. La derecha hizo el golpe y ahora descubre que si se hacen elecciones libres, puede ganar Lula. Lo que están haciendo es dar secuencia al golpe, sacándoselo a Lula de encima judicializando las elecciones. Es un fraude”, asegura.

Pese al intento de exponer a los gobiernos progresistas como corruptos, la realidad muestra que un referente como Eduardo Cunha – ex presidente de la Cámara de Diputados- está salpicado por los sobornos recibidos, aunque en este caso nunca fue investigado.
Sobre este punto, Gentili es contundente: “Cunha siempre fue un ladrón, un farsante. Hay como una cierta inmunidad a estas figuras, siempre lo hicieron. Por otro lado, los medios de comunicación contribuyen bastante para que la gente no se entere de nada. Con el caso de Lula el gran argumento jurídico para condenarlo es una doctrina del derecho muy cuestionada, la doctrina de la convicción jurídica. El juez dice “bueno, no tengo pruebas efectivas, fehacientes, de que ocurrió esto pero tengo la convicción de que ocurrió, estoy seguro”. Hay un diálogo muy famoso de Lula con el juez Moro (quien lo condenó en primera instancia) donde Lula le pregunta: “¿Qué pruebas tiene? ¿Dónde hay un título de propiedad, una carta, un mensaje, un email, una conversación, algo de alguien diciendo que me dio ese departamento? No pasé un día allí”, lo cual hasta el propio Moro también lo dice”.

La (des)construcción de la realidad

El fallo contra Lula tuvo como hecho principal haber recibido un departamento en Guarujá –estado de San Pablo- como soborno de la constructora OAS. “En comparación a todos los bienes que hay de corrupción en Brasil, esto es un departamento en Santa Teresita –ejemplifica con la ciudad argentina- de 300 mil dólares. Desde la prensa lo presentan como uno de 6 millones de dólares, un gran bien. Paralelamente ¿qué hace la prensa con el caso de Eduardo Cunha? Te lo presenta confuso, que ‘tendría cuentas en Suiza’ y así, pasa. Aécio Neves -candidato a la presidencia contra Dilma Rousseff y quien casi le gana- en el mismo momento del impeachment hay grabaciones de él negociando sobornos. Salieron publicadas y rápidamente desaparecieron. Hoy sigue siendo senador. Hay una capacidad selectiva para apropiarse de algunos datos, para negar otros y para silenciar ciertas cosas. Es muy difícil la contrainformación por parte de los sectores más democráticos de la sociedad que está muy indefensa ante los monopolios mediáticos”.

Gentili es argentino pero vive en Brasil hace más de dos décadas donde desarrolló una gran carrera en el ámbito académico como profesor e investigador, además de periodista. De allí mana su capacidad para generar paralelismos entre Brasil y Argentina. “La famosa grieta no existe. Cuando salió el fallo hubo una manifestación en contra de 70 mil personas en Porto Alegre y de 500 mil en San Pablo. La prensa argentina mostró los festejos: una familia en una plaza contra 70 mil personas. No hay gente a favor y gente en contra: hay gente en contra. Los monopolios mediáticos están haciendo una tergiversación y distorsión. Es la construcción de verdades inexistentes que se utilizan para construir la realidad”, advierte.

El fundador
marcha-lula
Las marchas en apoyo a Lula el pasado 24 de enero fueron multitudinarias en numerosas ciudades de Brasil.

Según publicó recientemente Datafolha, Lula lidera las encuestas con una intención de voto superior al 35%. Gentili explica que “Lula no es el equivalente a ningún político latinoamericano contemporáneo. En el imaginario de las clases populares de Lula es Perón, es el fundador”. Tras el fallo, Lula declaró: “Cuanto más me persiguen, más subo en los sondeos”.
“Cuando Lula comenzó la presidencia –en 2003- el 60 % no tenía heladera. Cuando termina, el 87 % tenía. Por primera vez, millones de familias tuvvieron casa, un hijo en la universidad, terminaban la escuela primaria y pudieron guardar los alimentos de sus hijos sin que se les estropearan en apenas unas horas con el calor insoportable que hace en algunas regiones de Brasil. La posibilidad de tener dignidad, de tener derechos, casa, luz y agua”.

Sobre la alternativa que ofrece la derecha al electorado brasileño, corporizada en Jair Bolsonaro, militar y político de extrema derecha, miembro del Partido Social Cristiano, Gentili reflexiona: “La derecha brasileña desprestigió tanto a la política que no hay ningún político de derecha que tenga buena fama. El que tiene buena fama es Bolsonaro que dice que la política no sirve para nada, que hay que hacer una dictadura militar, que la Democracia es mala y genera corrupción. Generaron una especie de proto Donald Trump pero bananero. El juego de la derecha es muy arriesgado: primero sacarse de encima a Lula y después ver qué hacer con Bolsonaro, con la esperanza de que en algún momento van a votar a un neoliberal estilo Macri. Cosa que, por el momento, no parece estar sucediendo. Lo intentaron, pusieron empresarios pero ninguno aumentó, al contrario. En Brasil, es difícil generar una idea, una promesa, de que un rico te puede salvar. Es más clasista que la Argentina”.
Por estos días, las instituciones más confiables en Brasil son las Fuerzas Armadas y las iglesias. Buscando una explicación a este fenómeno, el secretario ejecutivo de CLACSO argumenta: “No sólo en Brasil, en toda América Latina. Brasil no tuvo un proceso de crítica y discusión, menos de juicios. Hubo una amnistía. Está muchísimo más atrasado que la Argentina. A esto se suma que las iglesias pentecostales, en situación de mucha pobreza en la población, aumentan sus discursos y ocupan un espacio que la política pierde. El territorio, la calle, la favela, el campo, históricamente lo ocuparon los movimientos sociales o la Iglesia Católica con las comunidades de base, a través de los curas del Tercer Mundo o Teología de la Liberación. Con Juan Pablo II y Ratzinger (Benedicto XVI) la iglesia empezó a perder espacio, el PT empezó a meter su gente a laburar en los ministerios y ese espacio les quedó vacío a las iglesias evangélicas que vinieron con un discurso muy atractivo para los más pobres, el de salvarte”.

Consultado sobre el panorama que se abre de cara a las próximas elecciones, Pablo Gentili aventura: “El PT no puede comenzar una discusión de quién es, si no es Lula. Imaginate que no lo puedan sacar antes de la elección y gana. Sería un escándalo internacional si no lo dejan asumir. Es Brasil, la décima potencia del mundo. Hay mucha tela para cortar. Y creo que el PT hace bien en no abrir la discusión de qué va a pasar después aunque todo el mundo está con esta misma intriga que tenés vos”.

 

Edición Impresa

Seguí el desarrollo de esta noticia y otras más,
en la edición impresa de La Nueva Mañana
 
[Todos los lunes en tu kiosco]


Últimas noticias
Te puede interesar
Lo más visto