Regresan los restos de Horacio O’Kelly, el revolucionario alegre

El militante del PRT-ERP fue asesinado en 1975 tras haber participado del copamiento del Batallón de Arsenales 121. Sus restos serán inhumados este lunes en Córdoba.

Ed Impresa 18/10/2019 Adrián Camerano
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Horacio Víctor O’Kelly, Alberto Isidoro Losada y Pablo Martin Sandoval, tres revolucionarios cordobeses, fueron ultimados y enterrados como NN. Foto: gentileza

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Especial para La Nueva Mañana

La operación militar había sido un éxito. Con poco más de dos docenas de combatientes, el Ejército Revolucionario del Pueblo había copado el Batallón de Arsenales 121, en la localidad santafesina de Fray Luis Beltrán. Una unidad de combate cercana a Rosario que tenía unos 700 soldados y de donde se pudo recuperar arsenal. Además de tomar el cuartel, ese mediodía caluroso la organización revolucionaria ocupó la comisaría local, la estación de tren, se tiroteó con la policía y hasta copó los barrios de oficiales y suboficiales del cuartel.

Aquel 13 de abril de 1975 un puñado de decididos revolucionarios lo había logrado. El combate duró solo media hora y salió redondo. Cuando el fragor de la batalla se había acallado, cinco de los asaltantes esperaban el colectivo de línea que los sacara de la zona. Hasta que lo que apareció no fue un ómnibus, sino la represión: una patrulla del Ejército efectuó una redada en aquella parada de transporte público y detuvo a varias personas, entre ellas a los cinco militantes que habían participado del copamiento.

Las fuerzas represivas trasladan a los detenidos al interior del cuartel, del que algunos de ellos recién se habían escapado. El temor era ley. Varios apresados, que nada tenían que ver con el hecho, fueron identificados y liberados. Dos de los cinco militantes, que eran de la zona, legalizados. Y los tres foráneos… “los cordobeses vengan para acá”, se escuchó. Fue su sentencia de muerte.

Horacio Víctor O’Kelly, Alberto Isidoro Losada y Pablo Martin Sandoval, los tres revolucionarios cordobeses, fueron ultimados horas más tarde y enterrados como NN en el cementerio de San Lorenzo. Tras una larga lucha de los familiares, y gracias al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense, los restos fueron recuperados. O’Kelly el último, en agosto pasado, restos que serán inhumados este lunes 21 a las 10, en el Memorial de San Vicente.

Un pibe común

Raúl O’Kelly, primo hermano de Horacio, recuerda al muchacho como “un pibe común, que terminó el secundario en el Manuel Belgrano y según creo ingresó a Ingeniería”. “Yo tenía 15 o 16 años cuando él pasó a la clandestinidad y ahí no tuve más contacto. Horacio era hijo de un militar muy peronista, mi tío, que había fallecido cuando él tenía 13 años. Así fue como lo crió una madre, docente, que no tenía mucha noción de lo que pasaba fuera de su casa; cuando sus hijos comenzaron a militar ni entendía bien ella que era lo que ocurría”, se explaya.

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Raúl cree que a partir de su militancia en el centro de estudiantes del Belgrano -“una escuela convulsionada, con mucho compromiso de docentes y alumnos”- Horacio “pudo desarrollar un mayor conocimiento con todo lo que ocurría y vincularse a los partidos de izquierda, que posteriormente se radicalizaron con la lucha armada, siempre con ideales positivos, consignas que todavía hoy siguen siendo valederas”.

Recuerda Raúl que su primo no era futbolero pero sí habitué de los cineclubes. “Había muchos en esa época, el Lumiere, el Sombras… todos íbamos, eran económicos y se veía mucho cine europeo. Alguna vez me contó una película de cine ruso, y yo le relataba ´2001 Odisea del Espacio´, de Stanley Kubrick”, grafica.

“Era un chango con un inmenso ideal”

Rodolfo “Petiso” Novillo, ex compañero de militancia e integrante de la Agrupación de Ex Presos Políticos por la Patria Grande, recuerda a O’Kelly como “un chango con un inmenso ideal y una inmensa convicción”. “Era muy sólido y con una inmensa valentía. ´Julio´ –creo recordar que así le decíamos- desbordaba alegría, estaba siempre de buen humor. Era muy cálido y cariñoso y siempre mostraba su entrega y compromiso”, rememora.

“Lo debo haber conocido por el 73, debe haber tenido 17 o 18 años. Él se vincula a lo que fue la juventud del PRT, que después va a ser la Juventud Guevarista. Se suma al trabajo barrial y estudiantil; creo que ahí estuvo un año y después pasa al ERP” cuenta, y lo caracteriza como “un joven con tendencia a la acción, no tanto al estudio sino a lo físico”. “Tuvo como todos un período intenso de formación política y de conocimiento del partido y de los procesos revolucionarios propios de la época. Él estaba muy imbuido de los valores que promovíamos, que estaban relacionados con este clima”, detalla, para culminar: “Estamos muy contentos y conmovidos porque lo vamos a tener nuevamente acá, junto a sus compañeros y hermanos. Y a la vez siempre queda una gran tristeza adentro, por tantas pérdidas”.


“Se planificaron todos los detalles”

Carlos “Palo” Ortiz es uno de los seis cordobeses que participaron de aquella acción militar. A 44 años de aquel hecho, destaca que la recuperación de los restos de los tres militantes asesinados “fue una odisea y un acto de amor” de compañeros y familiares, señala que los crímenes “aún siguen impunes” y recuerda que aquella operación “se planificó con maquetas hasta el mínimo detalle”.

“Estaba en la planificación el comandante Pedro Ledesma, con un compañero responsable de Rosario tomaba un ala del cuartel y la otra comandaba yo”, dice, y agrega: “Entramos en dos camionetas hasta el fondo, y en otros vehículos menores hacia las guardias y otros retenes más alejados. La toma del batallón salió perfecta. A pesar de una escaramuza donde hubo un militar herido, se trató con respeto a todo el personal militar, se retiró el armamento y el último grupo que se quedó al salir todos fue el de Losada, Sandoval y 0’Kelly”, completa.

“A los tres días, en la cita de control para ver cómo regresaron todos y evaluar la toma, me enteré y tocó venir a Córdoba para avisar a la familia Lozada. Otro cordobés, Diego Ferreyra, avisó a Sandoval, y a la familia  O’Kelly no sé cómo le avisan”, completa.

Como fuera, ese mismo día de 1975 comenzó la larga lucha por la recuperación de los restos, y para que no queden impunes crímenes de lesa humanidad cometidos bajo un gobierno elegido de forma democrática. Una lucha que tendrá algunos frutos 44 años más tarde, este lunes 21, cuando Horacio Víctor O’Kelly descanse finalmente en el barrio que lo vio nacer y donde dio sus primeros pasos.

 

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