Dylan, literatura y el Nobel que legitimó la rebelión

En la semana donde el músico recibió el máximo galardón literario, una nota que indaga sobre la trascendencia de este hecho. Babilonia Literaria habló al respecto con los cordobeses Raúl "Dirty" Ortiz, José Palazzo y Jorge "Droopy" Campos.

Cultura 07/04/2017 Florencia Vercellone
Bob Dylan

Hace alrededor de cuatro meses, una noticia sorprendía a propios y extraños: Bob Dylan se hacía ¿merecedor? del Premio Nobel de Literatura 2016. Atrás quedaban los candidatos de siempre. Cerca -en cambio-, las preguntas que nos haríamos quienes jamás pensamos en que el ícono de la música norteamericana podría alzarse con la distinción de la Academia Sueca.

Más acá en el tiempo, re-ediciones biográficas de Dylan –como las de Howard Sounes o Paul Williams-, compilación de entrevistas y anécdotas de su vida o incluso los contados libros que tiene el artista norteamericano como poeta y cronista de su época (Malpaso Ediciones), siguen en librerías de todo el mundo agotando volúmenes, mientras el guitarrista acepta el lauro, pero no tanto sus formalismos.

 Finalmente el pasado lunes, y aprovechando su estadía en Estocolmo por conciertos, Dylan recibió el Nobel de Literatura de la mano de quienes lo premiaron, no sin antes continuar con su juego evitando contacto con la gente. El encuentro fue a puertas cerradas sin medios ni discurso, por lo que la Academia sigue esperando aún de su boca las públicas palabras de agradecimiento, para otorgarle la suma de U$$ 900.000.

Pero volvamos a aquel primer momento en que se conoció la noticia.

"Por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción", señalaron desde la Academia al fundamentar el premio, pensando que con eso despejaban las dudas de los envidiosos. Sin embargo, lectores, autores, figuras, editores y demás eruditos de las letras se quedaron con varios cuestionamientos por hacer, mientras fanáticos y melómanos de todo el mundo, bajaron el volumen de su auricular y se pusieron a leer, perplejos por el suceso.

¿Cómo se venden libros de un artista que no tiene un catálogo propio de producción literaria? ¿Hubo ganadores y perdedores en esta distinción?  ¿Qué lugar ocupa la geopolítica internacional en los Nobel cuando es premiado meses antes del triunfo de Donald Trump, un artista como Dylan que construyó su historia desde el progresismo? Si el rock se legitima de esta manera, ¿qué es hacer música contracultural hoy por hoy?

Desde Babilonia, realizamos entonces una entrevista con dos referentes cordobeses que creemos pueden responder nuestras preguntas: Raúl “Dirty” Ortiz -periodista especializado en rock-, Jorge "Droopy" Campos, editor, publicista y periodista (La Central) y  José Palazzo -productor internacional de música-.

“Mi análisis fue como lector, más que como productor o rockero. Y lo que me pareció es que estaba muy bien dado porque la lírica del rock de Dylan es significativa”, aseguró en diálogo con Babilonia José Palazzo y argumentó: “Quienes somos fanáticos de la lectura, quizás no tanto de la poesía, pero sí de la prosa, en las canciones de Dylan hay relatos sensacionales. Y no sólo Dylan, sino otros artistas que generaron una lírica diferente en el género son muy importantes. Y qué  bueno que se dispare a la gente de leer poesía, no sólo de músicos, sino de otros artistas porque es muy interesante”.

En tanto, el periodista Ortiz parece no haberse sorprendido tanto por el merecido galardón y aportó: “En la película "No Direction Home", de Martin Scorsese, el poeta Allen Ginsberg cuenta la impresión que tuvo cuando escuchó por primera vez un disco de Bob Dylan en la casa de un amigo. Y dice que tuvo la impresión de que "la antorcha había pasado a otra generación". El Nobel de Literatura a Dylan es el Nobel a la Beat Generation, que se expresó a través de novelas y a través de la poesía, pero cuyo mayor legado es el de la cultura rock, de la cual Dylan es uno de los héroes vivos más destacados”.

Por último, Campos propone no darle tantas vueltas al asunto y entender de que se trató de un premio dado a la poesía. "Es nada más que un reconocimiento a un prolífico y talentoso autor, cuyas obras tienen la particularidad de ser letras de canciones. Si Dylan hubiese editado sus letras sin música, en forma de libros, probablemente un premio como el Nobel de literatura podría haber llegado antes".

Ni libreros, ni editores, ni lectores

Tanto Palazzo como Ortiz, estando ambos ligados a la música, aseguran que entre los más beneficiados se encuentran los cantantes y compositores, ya que después del Nobel a Dylan, sienten que su trabajo se ha maximizado frente al público.

“El Nobel de Literatura benefició, paradójicamente, a otro género artístico: a la música. Porque la poesía de una letra musical puede ser leída independientemente de su soporte sonoro, pero adquiere su máximo poder expresivo cuando se integra en una canción. Allí es donde encuentra su entorno natural y es al cantarla que toma cuerpo y le llega a los "lectores que la escuchan". Por eso, la lectura de las letras de Bob Dylan no brinda una dimensión de su logro poético. Hace falta que alguien las cante para que adquieran un sentido trascendente”, sostiene Ortiz, al tiempo que Palazzo agrega que el rock ha recibido el mayor beneficio, “porque pasa a ser más completo. Algunos músicos son respetados por su talento en el instrumento, otro por sus excentricidades, pero distinguir la lírica le da la mayor distinción”. Campos, en tanto, es más positivo y entiende que "salvo Dylan", muchos fueron los beneficiados: "Hay lectores que ahora se acercarán a su obra sin prejuicios, escritores que podrán inspirarse en él, editores que buscarán material en las letras de otros músicos, sus fans se sentirán orgullosos y la academia tendrá nuevos horizontes para seleccionar a sus futuros nominados".

El rock de la Academia

La poesía hecha música se encuentra en diferentes expresiones rítmicas. Sin embargo, el género rock fue aquí el elegido, consiguiendo así quitarse de encima el estigma de movimiento de rebelión que tuvieron jóvenes generaciones desde los ´60 a la actualidad para mostrar sus quejas al mundo. Pero después de esto, ¿dejó de ser este género una raíz contracultural?

“Es una de las tantas contradicciones del rock”, sostiene el productor y docente Ortiz. “No cabe duda de que los méritos literarios de Bob Dylan merecían un reconocimiento como éste. Pero que la Academia Sueca le otorgue el Nobel a un rockero hace ruido, porque se supone que este género musical nació, creció y se desarrolló rebelándose contra las instituciones. Por eso, este galardón lo que hace, además de distinguir a Dylan, es certificar que el rock ya no representa la lucha contra el sistema, simplemente porque el sistema hoy se proclama rockero. Peor aún, el rock es ahora el sistema al cual tendrían que oponerse los nuevos rebeldes”.

A José Palazzo también le “hizo ruido” el premio en este sentido, pero “no del todo”, ya que “por otro lado, rockeros del mundo han sido distinguidos: como los Beatles al ser lores, o los Rolling a quienes le rinden honores”, dice y subraya: “Lo que nació como contracultura hoy se transformó en estilo, y lo que quedó es sin dudas la lírica”.

Tomando una posición diferente, Campos señala que para él "El reconocimiento de la Academia a Dylan es a título personal, no a un género en particular", aclarando -sin embargo-, que de todas maneras el rock ha quedado también al descubierto en cuanto a sus contrasentidos con el Nobel. "El rock se ha legitimado y deslegitimado a sí mismo a lo largo de su historia", agrega Campos por su parte y aclara: "Se ha legitimado como una fuerza cultural imparable en varios momentos para luego caer en las garras del mercado discográfico como un mero producto de consumo masivo que se parodia a sí mismo. Ha muerto y vuelto a renacer infinidad de veces, aunque actualmente sus signos vitales parecen haber desaparecido definitivamente".

La palabra, en última instancia, es la que se premia con el Nobel, por lo que Dylan abre una puerta que quizás sea difícil cerrar, entonces, ¿qué otro músico podría ser merecedor de este galardón?

Para José Palazzo, la respuesta es fácil y rotunda: “Luis Alberto Spinetta”, dice sin dudar, “se lo merece”. Campos se suma con un punto para "el Flaco", y suma a otro latinoamericano: Caetano Veloso.

Para Ortiz, en cambio, no hay muchos nombres en el horizonte: “Los motivos que llevan a los miembros de la Academia Nobel a galardonar a una persona en desmedro de otra, son siempre bastante misteriosos. En este caso, tal vez cada uno de nosotros podría mencionar no uno, sino varios músicos que han hecho méritos suficientes para recibir el premio. Sin embargo, que haya sido Dylan lo transforma en un símbolo, porque es un artista que primero trascendió al folk y después trascendió al rock, para convertirse en un compositor universal. Y no son demasiados los nombres que puedan acreditar semejante merecimiento”.

El arte ¿es político?

Semanas antes que el mundo se hiciera eco de otra de las grandes sorpresas del 2016 como fue el triunfo de Donald Trump en la presidencia de EEUU, un artista contracultural como Bob Dylan, que se encuentra en las antípodas del pensamiento conservador y derecha del candidato, ganaba el Nobel, ¿cabe pensar que el premio suma o resta en  la geopolítica internacional?

“Dirty” Ortiz señala que posiblemente una y otra cosa se relacionen: “Las canciones más conocidas de Dylan, las que todos recordamos, fueron escritas entre los años sesenta y setenta. Dentro de esas obras, las que transmiten un mensaje más politizado, lo hacen sintetizando el espíritu contracultural que impregnaba a los movimientos juveniles vinculados al rock en aquel momento. La vigencia de aquellos postulados facilita aplicarlos hoy a la situación política internacional y, de hecho, algunos de los referentes de las protestas contra Donald Trump provienen de la música”.

Para Palazzo, en cambio, no es tan así: “Yo creo que pasó por otro lado. El rock ya había tomado partido en el mismo momento que Trump se presentó como candidato. Y la música en su mayoría está en contra de la política de EEUU”.

Por último, Campos apunta que podría haber existido una revuelta en ese sentido, pero si las cosas hubiesen sido al revés: "Lamentablemente creo que el Nobel para Dylan hubiera funcionado como una respuesta de cierto sector de la sociedad norteamericana si se lo hubieran entregado posteriormente al triunfo de Trump, pero no creo que llegara a afectar a un nivel político tan alto".

Fuente: Babilonia Literaria

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