Iván Furios es un recio marcador central. Su trayectoria lo marcó por esa fuerza que ponía desde el fondo y, también, por alguna pierna fuerte. Un valor testicular importante en partidos de mucha fricción, era otra de sus virtudes. Por eso, el hincha de Instituto siempre lo tuvo en alta estima. 

Tal es así, que en los festejos por el centenario de club recibió muchas muestras de cariño. Incluso, el partido era con los planteles que habían logrado los últimos dos ascensos, y él no había estado. Pero él fue invitado. Por lo que representa para el hincha y porque dejó una marca inolvidable para los fanáticos.

Sábado. 17.30. La fiesta en el Monumental continúa. Está jugando el equipo que dirige Darío Franco. Está jugando bien, Sebastián Navarro y Javier Mendoza se conectan. Los hinchas albirrojos se ilusionan. Y por el portón principal, con una campera negra y las manos en los bolsillos, se retira del estadio Furios. Lo espera su mujer. Varios hinchas que lo reconocen le piden fotos. Bah, todo el día ha sido así. Fotos, autógrafos... fotos, autógrafos... y muchas sonrisas. Da la sensación que no quiere volver la vista atrás. Pero se le eriza la piel, acaba de vivir unas horas de mucha nostalgia y emoción.

Los ojos rojos. Conteniendo una intrépida lágrima. Los duros también se emocionan.

"Nos es una cancha más la que vine a visitar. Tenía mucha ansiedad por jugar, ver a viejos conocidos, viejos compañeros. Siempre es bueno volver. Me tocó venir con otros equipos y la gente siempre me recibió muy bien. Es chocante para bien, porque no me crié acá, no soy de Córdoba y en tan poco tiempo la gente me haya reconocido es algo increíble", narró, en diálogo con La Nueva Mañana, el defensor.

- El fin de semana anterior, hubo una encuesta en el diario La Voz del Interior y fuiste elegido en la dupla central del centenario de Instituto y por buen margen, ¿lo supiste? ¿Qué te generó?

- Sí, sí, muchos conocidos me lo mandaron, y me sorprendió verme ahí, en ese equipo, con muchos grandes jugadores, que lograron cosas importantes, que salieron del club o que lograron cosas en el exterior, por ahí me da un poco de cosa. Sin dudas que la gente tiene un recuerdo muy presente mio. No soy un jugador vistoso, ni habilidoso, en mi forma traté de darle todo a Instituto y la gente me lo reconoció.

- ¿Cuál fue el momento de más emoción del sábado, cuando entraste al estadio, al vestuario o a la cancha?

- Fue por etapas. Cuando iba llegando a la cancha, le contaba a mi esposa que tenía mariposas, me daba cosa. Después cuando entré y la gente me empezó a reconocer, a pedirme fotos, cuando entré al vestuario, cuando salí a la cancha. Uff -suspira-, me pongo grande y me emociono... Muchas cosas. Y valoro más lo que viví acá.

- A propósito de momentos, si tenés que elegir un momento con la camiseta de Instituto...

- Hay muchos partidos que son lindos, a pesar de que no hice goles. Esos partidos en que la cancha estaba llena, cuando peleábamos el campeonato con Claudio Vivas. Me tocó entrar en el segundo tiempo, como en el partido contra Talleres y el partido ante Ferro, que íbamos perdiendo con uno menos, me tocó entrar de delantero e hice un gol al lado de la máquina de escribir. Increíble. Después ese partido con Talleres, que hice un gol a los 46 minutos del segundo tiempo. Fue inolvidable. Hasta el día de hoy me lo recuerdan. Ese fue un momento único.

- ¿Qué estás haciendo ahora?

- Me fui de Patronato este último años. Tenía una propuesta de la B Nacional, pero ahora ya priorizo lo familiar. Por eso, me quedé en Atlético Paraná, está mi hermano de profe ahí. Tengo ganas de seguir jugando, de seguir entrenando, me salió esa posibilidad y no la quise desaprovechar.