Ed Impresa Nicolás Fassi 09/10/2022

Córdoba consume tres veces más agua que lo sugerido por la OMS

En condiciones normales, los ciudadanos cordobeses utilizan entre 300 y 350 litros diarios, con picos de hasta 400 en días de calor; el promedio nacional es de 180 litros.

(Ilustración: Daniel "Pito" Campos)

  

Especial para La Nueva Mañana

USO DESMEDIDO DE UN RECURSO ESCASO Y VALIOSO

Socios en la económicamente poderosa Región Centro, Córdoba y Santa Fe comparten también similares problemas, más allá de particularidades propias. Uno de ellos, aunque no el más difundido, es el excesivo consumo de agua promedio per cápita en sus principales ciudades.

Ingresando en la tardía temporada de lluvias, las precauciones y recomendaciones respecto del uso del agua se vuelven recurrentes y necesarias. Incluso, a mediados del mes pasado, el municipio de Villa Carlos Paz decretó la alerta naranja ante el escaso caudal del río San Antonio y la bajante en el lago San Roque. En este sentido, la sequía ya afecta el servicio de agua potable tanto en Sierras Chicas como en el valle de Punilla.

En ese marco, la reciente foto en la que se observa a los gobernadores Juan Schiaretti y Miguel Perotti firmando un acta acuerdo para el llamado a licitación de la Etapa 1 refuerza el carácter de provincias gemelas a Córdoba y Santa Fe.

Con números similares en cuanto a población y extensión territorial, la mancomunión entre ambas ha ido casi siempre de la mano. Incluso, esas virtudes muchas veces han sido explotadas folclóricamente respecto de cuál es la segunda ciudad del país, Córdoba o Rosario.

Pensado ya en 2018, se trata de una manera muy discutida y criticada por parte de organizaciones ambientalistas, de suplantar la carencia de agua para más de 1,2 millones personas de ciudades y pueblos de ambas provincias. Con los petrodólares del Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe, la realización de esta obra prevé resultados a largo plazo, que no obstante son cada vez menores en función de la cada vez más complicada realidad ambiental cordobesa, donde los incendios y desmontes ilegales repercuten, cómo no, en la calidad de vida de los habitantes. 

Derroche y mal uso de un recurso no renovable

Y sin embargo, el derroche y el mal uso del agua son una constante que hace más que necesaria la concientización de algo que es básico: el agua no es un recurso renovable. Según lo definió la Organización Mundial de la Salud (OMS) el agua para consumo cotidiano es la considerada “adecuada para todo uso doméstico habitual, incluida la higiene personal”. En ese marco, se considera que la cantidad adecuada de agua para consumo humano es de entre 50 y 100 litros por habitante por día, tomando en cuenta también la utilización del líquido para industrias, riego y conservación de los distintos ecosistemas.  Sin embargo, la ciudad de Córdoba se encuentra lejos de esa realidad. Y no se trata de un dato alentador. 

El organismo dependiente señaló que “en 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al abastecimiento de agua y al saneamiento. Todas las personas tienen derecho a disponer de forma continuada de agua suficiente, salubre, físicamente accesible, asequible y de una calidad aceptable, para uso personal y doméstico”.

Tres veces más

Más precisamente, nuestra ciudad está en tres y hasta cuatro veces más por encima de lo recomendado por la ONU en cuanto al consumo promedio diario. Tomando como referencia los últimos 13 meses, cada habitante de la ciudad consumió por día, en promedio, unos 300 litros diarios. Los datos surgen de un informe de Aguas Cordobesas al que accedió La Nueva Mañana.

Según se desprende del relevamiento, el consumo domiciliario comienza a elevarse a partir de este mes (octubre), producto de las temporadas primaverales y también por el hábito no menor del llenado de piletas.  “Siempre se hace hincapié en que se trata de un promedio. No significa que todos los cordobeses consuman esa cantidad de agua siempre todos los días. De todas maneras, es un indicador para trabajar al respecto”, señalan desde la empresa.

De acuerdo a los cálculos, la población cordobesa consume el caudal equivalente a un lago San Roque por año, teniendo en cuenta el ingreso de líquidos en las plantas potabilizadoras. “Por año, entre ambas plantas potabilizadoras se producen aproximadamente 180 millones de metros cúbicos al año, para comparar el Embalse San Roque tiene 201 millones de metros cúbicos”, indica el escrito. 

En la ciudad de Córdoba, la empresa posee dos plantas potabilizadoras: Suquía y Los Molinos, entre ambas tienen una capacidad de potabilizar 7,5 metros cúbicos de agua por segundo. “Esto puede traducirse en 7,5 tanques de 1.000 litros de agua domiciliario, cada uno de ellos por segundo”, especifican. 

Consumo alto también durante los meses más secos

Ante la inminente llegada de las olas de calor, el alto consumo durante un espacio prolongado de tiempo pone al sistema en tensión, como ocurrió durante fines del 2021 y la primera quincena de este año. En tal caso, los promedios máximos llegaron a orillar los 400 litros diarios.

Sin embargo, otro dato para tener en cuenta es que durante los meses con temperaturas más bajas y por ende los más secos, el consumo se mantiene alto. Durante mayo, junio, julio y agosto, el promedio es prácticamente el mismo, con 300 litros. En el mismo trimestre, los máximos consumos son similares: 350 litros.

A modo de comparación, en Rosario también se vive una situación similar con 350 litros promedio de uso. En ambos casos se está por encima del total nacional, donde el consumo medio a nivel nacional es del orden de los 180 litros/habitante/día, superando también el promedio recomendado por la OMS. 

Vale decir que estos promedios están lejos de considerar que toda la población de Córdoba cuenta con agua de red, por lo que el gasto y el derroche es doble, teniendo en cuenta las pérdidas de líquido ocurridas durante el traslado. 

De cualquier manera, y más allá de la construcción del acueducto, que está lejos de ser una solución definitiva y de las perspectivas positivas respecto de la provisión, cierto es que por tratarse de un recurso no renovable y escaso se hace imperioso extremar el uso toda vez que la población crece y los desarrollos inmobiliarios incrementan la densidad poblacional y la exigencia a la red.


Mucho más que dos 

El Acueducto significa también un reforzamiento de los lazos políticos entre Córdoba y Santa Fe, que en esta segunda década están en pie de guerra en los reclamos al gobierno nacional. Uno de los principales caballitos de batalla y por ende la primera línea de conflicto es el pedido por un “boleto federal” por parte de sus ciudades principales. A punto tal que hace pocas semanas, el intendente Martín Llaryora y sus colegas Pablo Javkin y Emilio Jatón anunciaron una sorpresiva suba del valor del boleto del servicio de transporte urbano de pasajeros, elevándolo a 85 pesos. 

La sintonía extremadamente fina entre Schiaretti y Perotti quedó expuesta también en medio de la gestación para una posible derogación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) cuando ambos mandatarios se permitieron relajar tensiones, saliendo a bancar una eventual suspensión.
A la histórica postura anti-Paso de Córdoba, ratificada por la senadora Alejandra Vigo quien dijo que son “un gastadero de plata”, se le sumó la del propio Perotti, quien dijo que “nunca estuvo de acuerdo” con el instrumento electoral. 


La demanda aumenta; la oferta, no

En septiembre, tras un prolongado tiempo sin lluvias constantes, la Municipalidad de Carlos Paz decretó la Alerta Naranja. En un comunicado difundido en redes sociales, señaló que “en el marco de las actuales condiciones climáticas y la disminución de caudales producto de la escasez de precipitaciones, es de vital importancia que realicemos un uso responsable y consciente del agua potable”. “Esto implica la prohibición del lavado de veredas y de vehículos, recomendándose evitar el uso del recurso para otra cosa que no tenga que ver con el consumo humano”, indicaron fuentes comunales.

Para Marcelo García, docente universitario e investigador, “la bajante es en todos los cursos de agua de las zonas serranas. Nuestra última temporada de lluvias fue en marzo; hay que pensar alternativas. Tenemos casi seis meses sin lluvias. La demanda de agua aumentó, pero la oferta es la misma”, explicó.

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