Ed Impresa Por: Federico Jelic 26/10/2019

El kitesurfing, la otra pasión Juan Sills, el defensor de Instituto

Sills cuenta su otra actividad ajena al fútbol, casi como una filosofía de vida que tiene en torno a este deporte que combina vela, agua y aire. En Córdoba lo practica en el dique Los Molinos.

" Seguramente cuando me retire y tenga más tiempo voy a empezar a viajar para hacer kite en Jaricoacoara, en Brasi". - Foto: gentileza

Hay actividades paralelas a la profesión de cada uno que pueden ayudar a bajar decibeles y que ayudan a poner los pies en la tierra. Y en el caso del defensor de Instituto Juan Sills (32 años), poner los pies en la tabla.  No se trata de tabla de skate precisamente, sino de surf, aunque acompañado de otros adminículos que le dan vida a su otra pasión junto a la pelota: el Kitesurf.

En España le dicen “Tablacometa”. Según Wikipedia, la definición sería como: “deporte de deslizamiento que consiste en el uso de una cometa de tracción (kite, del inglés), que tira del deportista (kitesurfista) por cuatro o cinco líneas, dos fijas a la barra (de dirección), y las dos o tres restantes (de potencia) pasan por el centro de la barra y se sujetan al cuerpo mediante un arnés, permitiendo deslizarse sobre el agua mediante una tabla o un esquí acuático sobre tabla (wakeboard) diseñado para tal efecto. Y cada vez que tiene un espacio libre o con prolongada inactividad de partido, Sills no lo duda: agarra sus equipos y va directo al dique Los Molinos.

“Mi pasión por el Kitesurf nació de casualidad. Fue hace 8 años, con mi primo nos fuimos de vacaciones a Venezuela, en un lugar llamado Arícoda, en una península, y realmente no había nada más que hacer que ir al mar. Desde ese lugar se pueden ver las costas de Aruba, si no está nublado, es hermoso. Resulta que fuimos en diciembre. En julio se había realizado el mundial de Kitesurf y nos alojaban unos pibes que eran instructores. Salías de la puerta de sus casas y tenías al mar de frente, es un paraíso. La cuestión es que nos tiraron la onda, hicieron una demostración y cuando vimos sus saltos, nos copamos completamente. Hicimos el curso y en mi caso ya lo tengo como un estilo de vida.  Una cosa de locos”, fue el relato emocionado de Sills.

- Y de ahí, no paraste más…

- Primero hice el curso, es imprescindible para conocer las maniobras de seguridad. Y sobre todo en mi caso que vivo del fútbol, no quiero improvisar con nada que me pueda generar dolor o lesión. En eso soy muy responsable. Tiene una adrenalina especial. Cuando tengo fin de semana libre trato de ir. Soy precavido en eso.

- ¿Fue una conexión directa?

- Cuando uno se mete al agua, y empieza a moverse, saltar, a calibrar con la vela, es algo emocionante. El tema es que tuve que dejar por un tiempo, como cuatro años, porque con el fútbol no siempre tenés lugar. En una época jugábamos la copa entre semana, no había espacio para nada en la agenda. Pero lo fui retomando. En Bahía Blanca pude volver porque hay mucho viento, cuando voy a la costa también, y seguramente que cuando me retire y tenga más tiempo voy a empezar a viajar. Jaricoacoara, Norte de Brasil, España, donde sea.

- ¿Y en Córdoba, cómo se dio?

- Estaba cenando con unos amigos, pregunté si conocían algún lugar o escuela donde pueda darse y me pasaron el contacto de Marcos Palladino. Es un fenómeno. Pegamos onda y cada vez que hay ambiente me escribe para ir. No siempre puedo, pero la verdad disfruto mucho cuando voy. Me sirve para despejarme de las presiones que tiene el fútbol, es casi una terapia.

- ¿Qué tiene de especial el dique Los Molinos?

- Es hermoso, muy particular. No lo conocía y me encantó, porque es una laguna gigante, calma, sin olas. El agua está planchada a veces  y te permite moverte más fácil. Además es lindo el ambiente, la gente que va, el grupo es bueno en todo sentido. Al agua nunca hay que meterse solo. Voy siempre acompañado y la paso genial. 

Juan prepara el equipo para que el viento lo lleve a volar sobre las olas. Foto: gentileza

- ¿Tenés ya tu equipo o alquilás?

- Con el correr de las clases me fui comprando los elementos. En el curso te van prestando pero uno se engancha rápido. Tengo mi traje de neoprene para el frío, mi vela, mi tabla, el arnés, todo. Es como los botines  esto (risas).

- ¿Qué tienen en común el fútbol y el kitesurf?

- Creo que nada. Al contrario, lo tomo como para despejarme de todo. Uno se mete al agua, va solo con la vela, pensando y reflexionando, viajando internamente. Lo uso de esa manera, como terapia. Y por suerte tenemos un grupo genial.

- ¿Nunca tuviste miedo?

- Al contrario, creo que fue eso lo que me dio facilidad para engancharme. Sí tengo respeto, pero no miedo. Hay que ser precavido, hacer el curso, ahí uno aprende los métodos de seguridad, los movimientos de la vela que es la manda. Hay que saber dónde ubicarla y cómo novela, son cuestiones que en cierto punto colaboran para que se quede quieta y por ende, uno también. Nunca hay que meterse en Kitesurf porque sí, de la nada directo al agua. Ahí puede ser peligroso. Es algo hermoso. Por eso a todo lo hago con precaución y responsabilidad. Mi prioridad es el fútbol, mi profesión. El kitesurf es hobby.

- ¿Te imaginás DT en un futuro o “profe” de Kitesurf?

- Veremos lo que diga el destino de acá a un tiempo, en qué parte del mundo me encuentro. Si estoy cerca del mar, te aseguro que estaré ligado al Kitesurfing. Sueño con tirarme con paracaídas y algún día lo voy a hacer, como tirarme en bungee. Todo a su tiempo.

"Si estoy cerca del mar, te aseguro que estaré ligado al Kitesurfing", asegura Sills. Foto: gentileza.

Instituto, antes y ahora... con Dybala

Juan Sills llegó en 2012 a Instituto en su primera etapa, como un juvenil con ganas de aprender, en aquel equipo de Darío Franco que se quedó en las puertas del ascenso. Siete años después regresó a Alta Córdoba y describe las sensaciones de un tiempo a otro.  “Hay similitudes con aquel proceso. Era un equipo que le gusta jugar como a este, muchos jóvenes del club, con ganas de crecer, comprometidos con el objetivo. Aquella vez no se pudo dar el ascenso, yo era joven con ganas de aprender.  Al club lo veo mejor institucionalmente. Vamos a dar que hablar”, comentó.

- ¿Preferís jugar de volante o de zaguero?

- Ya hace varios años que vengo jugando de volante  a pesar de que inferiores fui defensor. En Newell’s y en Huracán me acostumbré a estar en el medio, sabe el DT Zabala que me puedo ajustar a la defensa, pero con algún tiempo de adaptación, ya que hace tiempo no tengo esa función. Estoy a disposición.

- En aquel grupo eras juvenil, hoy un experimentado, seguro estás para dar consejos…

- Somos los más experimentados con Facundo Erpen, vaya casualidad, cuando vine la primera vez fue para reemplazarlo a él que se había ido a México. Somos de los que más hablamos por nuestra edad y por la trayectoria, pero igual acá todos tenemos libertad. De hecho hay gente que quiere consejos y a otros no hay que estarles tanto encima. Hay que saber a quién hay que decirle las cosas una vez y a otros, alguna vez más. Lo bueno es que todos escuchamos y eso es sano.

- Fuiste compañero de Paulo Dybala en esa etapa, ¿ya pintaba para crack?

- Sí, más vale, de hecho cuando me fui ese semestre y regresé a Vélez, comentaba de que Paulo iba a llegar lejos. Era crack. Pelota que agarraba cerca del área, era medio gol. No me sorprende éste presente en Europa, es lindo que haya jugado mundiales y sea convocado a la Selección argentina. Tengo poco contacto con él, hablo también con su hermano Gustavo que vive en Córdoba. Le deseo lo mejor, en Instituto siempre lo recordamos.

 


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