Ed Impresa Iván Zgaib 24/08/2019

Cordobesismo, lado B

Construcciones, la ópera prima de Fernando Restelli, ofrece el lado B a la imagen triunfalista del cordobesismo. La experiencia urbana, laboral y habitacional es observada desde las luchas cotidianas de una familia de clase popular.

Restelli maneja un equilibrio delicado para evitar las expresiones más reaccionarias del cine documental sobre sectores populares. Foto: gentileza.


Especial para La Nueva Mañana

Para entender lo que pasa… ¿hay que escuchar Cadena 3?

En Construcciones, el bullicio mediático llena los tiempos muertos. Del trabajo a la casa y del centro urbano a los límites del mapa cordobés. Pedro atraviesa las distancias entre el edificio en construcción que cuida de noche y su pequeña casa en las afueras de la ciudad, donde cada mañana lo espera su hijo. La radio permanece siempre encendida; espectral, flotando en el aire que separa a esos dos cuerpos o en el desierto taciturno del edificio sin terminar.

Tres lecturas posibles, entonces, pero ninguna excluyente. Primera: que la radio hace de compañía afectiva, mientras Pedro aguanta despierto las largas noches para completar su jornada de trabajo. Segunda: que el uso cinematográfico de la radio sirve como registro de un tiempo histórico (con discursos decadentes de Macri sobre herencias pasadas o primeras señales maquilladas de la crisis económica y social). Última: que Fernando Restelli, el operaprimista moviendo los hilos de la película, pone en escena una distancia indisoluble: los discursos de la radio sobre la pobreza o el autobombo del cordobesismo parecen formar parte de un universo abstracto, lejano a la realidad popular.

Esto último se vuelve particularmente palpable en una escena concreta. Juampi, el hijo de Pedro, salta entusiasmado sobre la cama mientras un spot radial anuncia las “maravillas” que han logrado el sector público y privado para remodelar la ciudad. El discurso suena victorioso pero la cámara construye una espacialidad asfixiante, sin lugar suficiente para el padre y el hijo. Pedro suele quedar, literalmente, fuera del campo visual. La situación habitacional consigue plasmarse en la materia espesa de aquel plano: un espacio constreñido que define la convivencia, un modo de vida que van a querer cambiar.

Si bien la composición narrativa de esos vínculos familiares y espaciales tiende a ser confusa, Construcciones encuentra aciertos en la toma de posición de su mirada. Restelli maneja un equilibrio delicado para evitar las expresiones más reaccionarias del cine documental sobre sectores populares. No explota el miserabilismo ni impone una lástima desesperada al espectador. Sólo da tiempo a que la cámara capture momentos de intimidad; puede ser el padre atesorando las pocas horas fuera del trabajo para encontrarse con su hijo o el hermano de Juampi discutiendo con su novia la posibilidad de construir una casa más cómoda.

Quizás ese ensamblaje de la impresión de cierta sencillez, apenas la sucesión de momentos mínimos en la vida de una familia. Pero su fuerza, sin embargo, se erige sobre la materialidad que otorga a la experiencia de esas personas: funda imágenes que corresponden a un modo-de-estar en la ciudad. No se trata de una denuncia, porque el cine de Restelli no está preocupado por informar (para eso, deberían estar las radios). Lo que vale es compartir una visión de mundo, obtenida al filmar el vínculo de los cuerpos dentro de un espacio (el del plano, que remite al ámbito doméstico y al urbano).

La quintaesencia del cordobesismo, es sugerido en Construcciones. No se dice, pero se muestra parcialmente: la fantasía delasotista no tiene lugar para todos. Foto: gentileza.



El director juega con la creación de imágenes de una temporalidad extendida (sin cortes abruptos del montaje), donde los pequeños embates de la vida cotidiana toman el centro. Las horas de un trabajo nocturno interminable o los movimientos sobre una casa pequeña corresponden a una experiencia de clase. Estos personajes, un hombre que hace malabares para que le cuiden el hijo mientras trabaja y una pareja joven que sueña con mudarse, ofrecen una contracara. Son los perdedores del relato triunfalista que intentó forjar el cordobesismo.

Ese espectáculo de la ciudad en crecimiento escondió, con faros enceguecedores y demás parafernalia, una planificación urbana diseñada bajo la división clasista: el desplazamiento de los sectores populares a la periferia; el despliegue del centro como escenario de luces chillonas a disposición de los agentes inmobiliarios con corbata; el desfile de detenciones policiales según el manual arbitrario de rostros peligrosos (una práctica lamentable que Restelli se encargó de filmar en su cortometraje Merodeo). Todo eso, la quintaesencia del cordobesismo, es sugerido en Construcciones. No se dice, pero se muestra parcialmente: la fantasía delasotista no tiene lugar para todos.

Si el film observa cómo la ciudad se vive de modos particulares (no universal ni igualitariamente), resulta lógico que el paisaje céntrico de Córdoba se encuentre ausente en las imágenes de la película. Hay un plano especial que condensa aquella mirada. La cámara estática filma a Pedro de espaldas y hacia adelante, en la entrada de la construcción, puede verse la ciudad: la calle oscura, los autos repicando, las sombras de edificios impresas sobre el cielo. Pedro se acerca al límite de la vereda, pero nunca lo vemos ir más allá: se limita a mirar, como si estuviera frente al espejismo de un televisor.

Córdoba: ciudad holográmica, vitrina de sueños que no se tocan. Construcciones se contrapone a esas fantasías e imágenes dominantes. Quizás su proeza sea el grado de convencimiento con que lo logra: compone una experiencia tan palpable, tan concreta, que es difícil correrle la cara. La convicción latente: el cine no es sólo truco de ilusionistas. Para eso está el cordobesismo.

 


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