Por estos días cumplirás 445 años. De aquel julio de 1573 a este julio de 2018. De la sorpresa por la llegada a estas tierras de la caravana conquistadora a esta incertidumbre que preside nuestras vidas. Demasiadas cosas que pasan por tus calles, demasiadas cosas que pasan por las vidas de quienes te habitan.

Si Salzano se excusó en que no tenía el diccionario y a su abuelo para definirte y se largó a describirte con la precisión que solo la poesía tiene, en estos párrafos solo cabe expresar las sensaciones que fuimos recogiendo con el paso de los días compartidos.

Y para hablarte lo hacemos en primera persona, pluralmente singular, desde lo profundo.
Córdoba parece un pulpo, que atrae con sus tentáculos a todo lo que la rodea. Porque es más que una ciudad, es más que una capital, es el sentido de la vida de muchos que encuentran en ella la oportunidad que en su terruño no es posible materializar.

Córdoba es intensa, porque late, ruge, ríe y sueña sin solución de continuidad.

Córdoba es una historia y mil matices. Es un relato y mil versiones. Es una sorpresa y mil decepciones. Pero esas decepciones no son más que el impulso que retroalimenta nuevos anhelos, nuevas expectativas.

Por eso no basta con el diccionario, el abuelo y la poesía para abarcar lo que es y representa. Córdoba es inconmensurable. Eternamente joven. Eternamente viva.  

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