OPINIÓN 

Pasan los años, pasan jugadores, pasan cuerpos técnicos, pasan dirigentes. Ha pasado de todo por Alta Córdoba. Pero lo que no pasa es seguir jugando en la segunda división. Instituto atraviesa un nuevo ingrato momento, porque ve que los sueños, nuevamente, se diluyen.

Y ascender parece una utopía. Y encima, ahora, desde hace un tiempo ni siquiera pelea hasta el final por esas aspiraciones.

Cada vez que inicia la temporada las pretensiones están, las ambiciones también, pero sólo quedan en palabras. Palabras que, evidentemente, se las lleva el viento... porque en el terreno de juego no se exponen.

El 8 de abril de 2006 se decretó el descenso de Instituto. Esa tarde, a seis fechas del final del torneo Clausura, y tras haber jugado dos temporadas consecutivas en Primera, la perdida de categoría se dio tras la victoria que obtuvo Gimnasia y Esgrima de Jujuy como visitante por 4-0 ante Estudiantes de La Plata, en la cancha de Quilmes, en uno de los adelantos de la decimocuarta fecha del Clausura. Las cosas del destino, Gimnasia de Jujuy esta temporada le dio dos trompadones más: le ganó de local por 2-1 en la primera ronda y determinó la partida de Mauricio Caranta; y este miércoles, por la segunda ronda, lo venció por 2-0 en el norte argentino, provocando el cimbronazo a Marcelo Vázquez.

Y un nuevo golpe a las ilusiones de los hinchas de Instituto, que coleccionan cicatrices y cicatrices con el paso de las temporadas.

Quince años es demasiado para un club como Instituto.

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