Ed Impresa Facundo Piai 24/07/2020

Ninguno es infalible pero... todos tenemos un plan

Tras más de siete meses de pandemia, diferentes países delinean planes de salvataje para contrarrestar los efectos que la irrupción del virus deja en la actividad, esmerilando la producción y el trabajo.

Gabinete económico. (NA)


Especial para La Nueva Mañana

Se trata de la depresión más grande que ha sufrido la economía mundial desde la crisis de 1930. Las últimas proyecciones del FMI prevén una caída de la economía mundial del orden del 8%. Mientras que América Latina perdería poco más de 9 puntos de su producto, según el Fondo.

En esta semana, la Unión Europea definió la creación de un multimillonario fondo para la recuperación de las economías de la zona euro tras la pandemia. Los líderes europeos aprobaron la creación de un fondo de salvataje cercano al billón de dólares para hacer frente a lo que definieron como la mayor crisis de su historia. Esta deuda que tomará en los mercados la Unión Europea se volcará a su economía mediante subvenciones y préstamos a bajo interés, para que sus economías puedan superar la recesión en la cual se encuentran. 

Desatada la coronacrisis, también, el Parlamento Europeo aprobó la posibilidad de que los Estados nacionalicen empresas en caso de que la crítica situación lo amerite. Así buscan evitar que empresas dañadas con acciones a la baja caigan en manos de fondos de inversión especulativos que terminen por extranjerizar sectores claves de la economía.  En igual sentido, la Comisión Europea había dado luz verde a los países miembros para salir al rescate de las empresas, dejando sin efecto a normativas que limitaban las ayudas públicas al sector privado. 

Obra Pública: pavimentación y mejoras RN127 (Entre Ríos) . 

La otra potencia del bloque occidental también inyecta liquidez en la economía. Las consecuencias sanitarias y económicas que la pandemia le propinó a los Estados Unidos son de público conocimiento. Desde fines de marzo, más de 33 millones de norteamericanos solicitaron beneficios estatales por desempleo. Es decir, uno de cada cinco asalariados presenta problemas o necesita del fondo de desempleo porque directamente perdió su fuente de ingreso. Consecuentemente, esta situación termina por desplomar la base de ingresos del país que preside Donald Trump, cuyo Congreso aprobó un gasto de emergencia de alrededor de 3 billones de dólares. En efecto, los esfuerzos por mitigar las consecuencias de la crisis hicieron que EE.UU registrara un déficit presupuestario récord, de unos u$s 738.000 millones, de acuerdo a la revista especializada Forbes. 

Mientras que China, un país en donde el Estado controla de manera directa e indirecta gran parte de la economía, cuando no toda, también implementa estímulos fiscales para contrarrestar el parate de la industriosa provincia de Hubei. La agencia de noticias china Xinhua informa que para contrarrestar la amenaza global que significa la caída del comercio internacional en este contexto, el Banco Popular de China implementó medidas para garantizar la liquidez de dinero y a bajo interés. En paralelo, invierten en “nueva infraestructura” con la intención de impulsar la construcción de la red 5G.  Corea del Sur también aplica medidas monetarias y fiscales. El presidente surcoreano habilitó la creación de un paquete de asistencia financiera de emergencia para sus empresas de unos 80 mil millones de dólares.

Obra pública: reactivación transformación RN7 en Autopista (Buenos Aires).

Todo indica que en el mundo los países buscan superar la crisis con grandes esfuerzos fiscales, con fuerte presencia del Estado en la asignación de los recursos, inclusive, hasta tomando la dirección de empresas estratégicas dañadas por la caída de la actividad, como ocurrió en Francia, Alemania e Italia que llegaron a nacionalizar aerolíneas para protegerlas. No obstante los esfuerzos fiscales, las nacionalizaciones, la liquidez monetaria y el crédito barato, la economía global no está exenta de que la crisis se profundice en corto y mediano plazo frente al derrumbe de la demanda global. En otras palabras, de no activarse la demanda, las empresas estarían recibiendo todo tipo de estímulos y no tendrían a quien venderle, por tanto la economía caerían en una profunda crisis de superproducción. 

Un plan para salir a flote

Por su parte, el equipo económico del gobierno que preside Alberto Fernández trabaja en un plan económico para que la economía argentina logre salir a flote. Si bien hasta el momento no hicieron una presentación formal del programa, de acuerdo a lo que fueron declarando los distintos protagonistas podemos arriesgar que el plan tiene un eje fiscal, otro financiero, un pie puesto en la construcción y el objetivo de impulsar el consumo. Es decir, busca generar estímulos tanto en la oferta como en la demanda.

La obra pública será la palanca mediante la cual buscarán activar la economía. Para lo cual cuentan con dos instrumentos; por un lado asignarán recursos directos en diferentes municipios a lo largo y ancho del país para el desarrollo de obras de infraestructura; mientras que por otro lado reactivarán el programa Procrear en procura de estimular la construcción privada de las familias. Un repunte de la construcción presupone intensificar la demanda de mano de obra directa en el corto plazo, a la par que dinamiza la actividad de no pocos proveedores de la cadena de valor de la industria de la construcción. Es el caso de: la producción de cemento, cales, muebles, equipamientos para el hogar, grifería, asfalto y tubos de acero, entre otros. De modo tal que la activación de la construcción dinamiza una parte importante de la economía nacional.

Por otro lado, desde hace algunas semanas se sabe que la administración que conduce Marcó del Pont trabaja en una moratoria para empresas y trabajadores independientes. También contemplan la posibilidad de expandir la liquidez a las empresas con créditos blandos para que el sector productivo se capitalice. En cuanto a las medidas de aliento al consumo, el Gobierno seguirá apostando al programa Ahora 12, al que considera un gran dinamizador de la demanda. Aun no se confirmó pero se habla de la posibilidad de que  los consumidores que compren en 12 cuotas sin interés tendrán tres meses de gracia para comenzar a pagar.

Se reactivará el programa Procrear en procura de estimular la construcción privada de las familias. 

Teniendo en cuenta que el consumo representa alrededor del 73% del PBI, de acuerdo a estimaciones de Indec, todo plan económico que pretenda cierto éxito debe estimularlo y no reñir con una realidad estructural de nuestra economía (como lo hizo el anterior gobierno). En ese sentido, de acuerdo a lo que trascendió hasta el momento sería uno de los objetivos del plan. De alguna manera es lo que viene intentando el gobierno con el IFE que junto con el ATP significaron un desembolso de alrededor de dos puntos del producto en solo tres meses. Vale aclarar que el esfuerzo fiscal de una economía débil como la nuestra tiene un límite. Ese límite es más estrecho aun cuando se trata de una economía que estaba en terapia intensiva antes de que la pandemia sea un problema. A diferencia de otros países, Argentina se encuentra con innumerables restricciones materiales a la hora de definir una estrategia de contingencia. ¿Hay resto para seguir expandiendo el gasto sin que esto genere efectos colaterales aún mayores de los males que se busca neutralizar? ¿Cómo financiará el Gobierno la activación de la obra pública y el estímulo al consumo?  ¿Distribuirá la riqueza mediante un impuesto a las grandes fortunas? De ser así cabe preguntarse si cuenta en el Parlamento con el apoyo suficiente como para avanzar en ese sentido. Inclusive, de lograr los consensos necesarios, tampoco se disipan todas las dudas ¿un impuesto a la minoría más rica basta para financiar un plan de expansión del consumo y de la actividad frente a quizás la crisis más profunda de los últimos 90 años? 

Sumado al objetivo de dinamizar la economía, el Gobierno tiene por delante muchos otros desafíos. En primer lugar, o uno de los más importantes, tiene que ver con acordar una negociación con los acreedores externos que no comprometa el futuro de la economía del país. En simultáneo debe generar las condiciones para que haya un aumento de las exportaciones y así se generen los dólares que la economía necesita para funcionar y hacer frente a los compromisos de deuda contraídos por el gobierno anterior. Aquí el contexto mundial adhiere un problema más a una realidad ya de por sí compleja que es la caída del comercio internacional. El comercio mundial de productos cayó 5% en el primer trimestre de 2020 y se espera que se deprima aún más. 

La economía también tiene el desafío en el sector externo de incrementar el valor agregado de sus exportaciones, ¿es posible lograrlo sin aumentar las retenciones a las oleaginosas y otras materias primas? En caso de que la respuesta sea negativa urge preguntarse si el Gobierno está en condiciones políticas de aumentarlas sin abrir un nuevo frente de batalla que termine por debilitarlo aún más. Por lo pronto hay muchas preguntas, algunas las irán disipando los mismos funcionarios, otras las develará la misma dinámica de la situación.

 

 


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