El desapego del PJ cordobés a las Paso: una historia de desencuentros

Esta semana el radicalismo llevó una propuesta de elecciones primarias a la Unicameral. En el oficialismo contestan, pero la memoria genera malos recuerdos.

Ed Impresa 26/11/2021 César Martín Pucheta César Martín Pucheta
Dante Rossi
El legislador Dante Rossi, acompañado por el bloque Juntos UCR, presentó un proyecto que implementa las primarias para definir candidaturas provinciales. Foto: gentileza.

chapa_ed_impresa_01  

El 14 de agosto del año 2011, los argentinos y las argentinas eligieron por primera vez a sus candidatos a través de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, de aquí en más, las Paso. Una semana antes, De la Sota había ganado el acceso a su tercer mandato obteniendo el 42,6% de los votos e imponiéndose con comodidad a Luis Juez (29,58%) y Oscar Aguad (22,91%). Pero como suele sucederle al peronismo cordobés, el electorado no acompañó de la misma manera en la disputa nacional. En esas primarias, la lista de Unión por Córdoba apenas si quedó en cuarto lugar detrás del Frente para la Victoria, que ganó por única vez en Córdoba, el radicalismo y el Frente Amplio Progresista. Después de extensas negociaciones con la Nación, la lista que encabezaba Carlos Caserio fue dada de baja. Ese fue el debut del peronismo cordobés con las primarias.

Fuera de la característica que también merecería un repaso histórico y tiene que ver con el zigzagueante apoyo que el cordobesismo recibe en las elecciones legislativas nacionales y el que obtiene cuando se propone gobernar la provincia, las elecciones primarias nunca fueron del agrado del PJ mediterráneo. La explicación se sostiene en una forma de liderazgo vertical que ha sido siempre criticado por las voces opositoras al interior del propio PJ, pero que tanto De la Sota como Schiaretti nunca dejaron de sostener y ejecutar como línea de funcionamiento histórico del partido. 

Ese desapego a la instancia de elección de candidatos siempre fue rechazada por Unión por Córdoba, que tiene argumentos históricos para desconfiar de las mismas, aun cuando los resultados finales lo hayan favorecido. 

Resultados agridulces

Un primer ejemplo data del 2013, cuando un jovial Martín Llaryora se animó a enfrentar a Schiaretti en la disputa por la cabeza de la lista para la Cámara de Diputados. Como era de esperarse, el actual gobernador se impuso por más de 300 mil votos al llaryorismo, encolumnado con el también naciente Frente Renovador. La sumatoria le permitió a Unión por Córdoba ser el espacio más votado, algo que se replicó en las generales. Pero el detalle estaba en el número. El PJ cordobés no había podido contener a todas las voluntades que le habían acompañado en la previa y había recibido unos 55 mil votos menos en las generales. A juzgar por el resultado final, parte de ese voto se redireccionó hacia el Frente para la Victoria, que con Carolina Scotto y Martín Gill hizo la elección de medio término más importante de su historia en Córdoba.   

El otro ejemplo es del 2015, aunque aquellos resultados podrían tener un sabor agridulce. Con De la Sota empujando desde la boleta presidencial en la interna con Sergio Massa, Unión por Córdoba resultó ser la lista más votada en las primarias tanto para Diputados como para el Senado. Cuando la figura del entonces gobernador ya no traccionó, Cambiemos arrasó en la elección general y se quedó con las dos bancas en el Senado y con cinco en la Cámara Baja. El detalle es que la primaria presidencial de UNA, tal como se llamaba el frente que presentaba al cordobés vs el tigrense, no se replicó hacia abajo. En Córdoba, Unión por Córdoba presentó una lista de unidad. 

“Romper la oposición” 

Nunca el peronismo quiere internas. Les es más fácil financiar campañas para romper a la oposición”. Con esa frase un ex legislador radical explica las razones por las cuales el peronismo logró siempre imponer su unidad interna para presentar propuestas victoriosas en el mismo momento en que sus contrincantes se desangraban en interminables discusiones que terminaban detonando esos armados. El último de estos casos se dio en el 2019, cuando Mario Negri y Luis Juez disputaron la referencia opositora con una propuesta radical representada centralmente por Ramón Mestre y Rodrigo De Loredo. La Municipalidad quedó en manos del peronismo luego de más de 45 años y Schiaretti fue reelecto con el 54% de los votos. 

Como resulta habitual a esta altura de la historia, la taba se dio vuelta en las elecciones del pasado 14 de noviembre. Tras un proceso interno duro y con fuertes cruces, Juntos por el Cambio mantuvo la tropa unificada y le sacó 30 puntos porcentuales de distancia a Hacemos por Córdoba, que presentó una lista que estuvo armada bajo la estricta supervisión y aprobación el gobernador Schiaretti. 

En la Plaza de Mayo que Alberto Fernández encabezó post derrota electoral, el Presidente tomó una idea que había sido deslizada por Jorge Capitanich y aseguró que su “mayor ambición” era que “en el 2023 los compañeros del Frente de Todos elijan” sus candidatos. Todos sus candidatos a lo largo y a lo ancho del país. La propuesta, que se enmarca en una de las patas del proyecto de “institucionalización” del actual frente nacional de Gobierno, también contempla la apertura del espacio para otras manifestaciones políticas que hasta el momento se han mantenido alejadas. El plan acercamiento con el peronismo cordobés vuelve a tomar forma a partir de esa herramienta. 

No será la primera vez que los peronismos negociarán sobre un mismo electorado. Sin transparentarlo y forzando una imagen de unidad que nunca se proclamaba como tal por la fuerza que resultaba perjudicada, ambos espacios han dado de baja sus listas en diferentes momentos en la última década. A la mencionada dimisión de aspirantes al Congreso por parte de Unión por Córdoba en 2011 se debe sumar la no presentación de la lista a la gobernación por parte del kirchnerismo en el 2019, un dato que también suma a la explicación para la abrumadora victoria de Schiaretti en ese turno electoral. 

¿Habrá PJ unificado en Córdoba?

¿Será el 2023 que el momento para que el peronismo se unifique en Córdoba y defina sus diferencias internas? ¿Podrían las Paso acomodar candidaturas que desemboquen en listas que mixturen nombres hoy identificados con el Frente de Todos y figuras de Hacemos por Córdoba? ¿Puede la sensación de vivir con un Juntos por el Cambio “agrandado” por la elección 2021 hacer rever la estrategia histórica del peronismo cordobés?

Esta semana, el radicalismo, casi como queriendo compartir la herramienta que le sirvió al partido para saldar las diferencias internas, presentó un proyecto para implementar las primarias para definir candidaturas provinciales.  El proyecto busca modificar la ley 9572, de Régimen Jurídico de los Partidos Políticos, y establecer las elecciones Internas para cargos públicos electivos, que deberían realizarse en un plazo no menor a sesenta días de la realización de elecciones generales. 

Al día siguiente, los concejales de Hacemos por Córdoba en Alta Gracia presentaron un proyecto para dar de baja la norma que establece las Paso en la Ciudad del Tajamar. Más allá del gesto, nadie en el oficialismo acusó recibo de la propuesta presentada por el legislador Dante Rossi y acompañada por todo el bloque Juntos UCR. 

El telón de fondo en el peronismo no es menor. Puede renegar históricamente del mecanismo que delega en la ciudadanía el orden y la habilitación de candidaturas, pero de esa manera descargará nuevamente todo su peso en la conducción del partido. Es decir, sobre Juan Schiaretti, que tendrá que elegir el nombre para que encabece el proceso renovador de un espacio que comandaron él y José Manuel De la Sota, prácticamente sin oposición interna, durante casi un cuarto de siglo.  

LNM - Edición Impresa

Seguí el desarrollo de esta noticia y otras más 
en la edición impresa de La Nueva Mañana
 
Todos los viernes en tu kiosco ]


Últimas noticias
Lo más visto