El oro para David Lebón: un reconocimiento justo para un artista fundamental

El disco con el que David Lebón recorrió su carrera artística fue reconocido con el máximo galardón de la industria musical argentina. Las razones para una elección histórica.

Cultura 19/09/2020 César Martín Pucheta César Martín Pucheta
David Lebon Gardel 2020
David Lebón fue el gran ganador de la edición 2020 de los Premios Gardel. Foto: Twitter (@lebon_david)

El premio a David Lebón tienen un gustito a justicia que difícilmente se pueda explicar sin echar mano a algunos condimentos relacionados con la nostalgia y la memoria sensible. Dueño de una vida tan apasionante -y, por momentos, increíble-, Lebón fue un engranaje fundamental para la historia del rock hecho en nuestro país desde el momento mismo del nacimiento del género.

Es uno de los que, parafraseando a Gieco, “tocó con todos” y, lejos de convertirse en un mero acompañante o una pieza intercambiable, se hizo imprescindible para cada uno de los proyectos de los que formó parte. Pappo's Blues, Sui Generis, Color Humano, Pescado Rabioso, Polifemo, Seleste, Serú Girán. Enumerar bandas ya parece suficiente, pero el golpe emocional sería mucho más contundente si se enumeraran canciones. En el disco, hay que decirlo, faltan muchas.

Más allá de los datos historiográficos, que suelen ser valorados con una sorprendente exacerbación en algunos casos bien puntuales, los premios deberían contemplar otras lógicas. En el caso de los Gardel, cada estatuilla se termina definiendo por la sumatoria de votos, por lo que a veces es muy difícil rastrear las bases argumentales que sustentan esas elecciones. Algunas de ellas, vale señalarlo, resultan directamente inexplicables.

En la edición del año anterior, el máximo galardón de la noche fue otorgado a una artista de la talla de Marilina Bertoldi, a partir del cual se ponía sobre la escena una rebeldía musical, sonora, estética, poética y política como desde hacía mucho no se veía entre los discos predilectos de la industria musical argentina. No deja de resultar al menos llamativo que, un año después, el premio mayor corresponda a un disco con el que un artista celebra su propia carrera, la cual ocupa nada más y nada menos que las últimas cinco décadas de la música del país. No, no es una figura metafórica: David fue el bajista del primer disco de Pappo´s Blues, en 1971. Sin embargo, hay razones de sobra.

El primer gran acierto del Lebón & Co., el trabajo que estuvo producido bajo la tutela del cordobés Gabriel Pedernera, está en el logro de actualizar el repertorio clásico de Lebón de un modo concreto y, por momentos, sorprendente.

Son doce canciones que arrancan con una versión de Puedo sentirlo que parece estar hecha a medida de Julieta Venegas y que, gracias a ese empuje, se convirtió en una de las piezas más celebradas del disco. Le siguen las dos simbiosis más “novedosas”, en las que Emanuel Horvilleur y Lisandro Aristimuño ponen su caudal interpretativo al servicio de Casa de Arañas y Hombre de mala sangre.

Pasan Ricardo Mollo (Mundo agradable), Andrés Calamaro (Parado en el medio de la vida), Eruca Sativa (Dos Edificios Dorados) y Leiva (Tu llegada). Todos logran una perfecta combinación sonora y emotiva que cierra con un cálido abrazo entre Lebón y Fito Páez, quien sobre el final de El tiempo es veloz repite, casi como un susurro, “no ves que todo va creciendo hasta arriba” mientras que David le responde “te quiero”. El rosarino cierra el material con un “yo más”.

La posdata de este material, también nominado al Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum de Rock, queda para la reunión de Polifemo. Si hubo encuentros históricos a lo largo de la grabación del material, el más importante parece ser el que reúne al grupo que tuvo su resplandor durante 1975 y 1977. David volvió a llamar a sus compañeros Juan Rodriguez y Rinaldo Rafanelli para hacer una versión de Suéltate Rock & Roll. Podrá advertirse muy parecida a la grabada en 1975, pero con un plus de contundencia en el sonido que da cuenta de que el tema merecía ser grabado de nuevo en el 2019.

David se merecía un reconocimiento como el del viernes por la noche. Por su voz, por su versatilidad, por su historia, por las veces que hizo emocionar a generaciones y generaciones de escuchas y también por su humanidad. Hay cientos de relatos a lo largo del derrotero musical argentino que podrían dar cuenta de esa última condición.

Una de ellas quedó expuesta durante la ceremonia, en el momento en que Lebón interpretó Ana no duerme junto a Lisandro Aristimuño, Mateo Sujatovich y Wos. El registro proyectó otra de las razones del Gardel de Oro 2020, David Lebón sigue protagonizando ese papel de “puente” que siempre sirvió para unir las cosas, a veces en medio del caos. Lo hizo entre las bandas y las diferentes estéticas musicales en los setenta, y lo hace entre al menos tres generaciones de artistas en las puertas de los 2020.

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